Capítulo 16

131 31 62
                                    

"Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos, porque uno termina pareciéndose a ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos, porque uno termina pareciéndose a ellos."

Jorge Luis Borges

***

Golpeé la puerta solo dos veces, esperé unos cuantos segundos y la abrió.

Su cabello se veía un poco desordenado, su ropa mucho más casual de la que acostumbraba llevar, y sus mejillas rojitas. Seguro estaba entrenando con su hermano.

Sonrió de inmediato y estiró sus brazos hacia mí, buscando un abrazo.

La reina del masoquismo podría ser, por Dios, me urgía de verdad salir corriendo lejos de él y olvidarme de todo el amor que aún sentía con fuerza dentro. 

Pero no lo hice, di un paso dentro de su casa y lo dejé abrazarme. Me invadió su aroma, el calor de su cuerpo, la estúpida seguridad que me daba y los nervios que me comían el estómago.

—Hola, Rubio —lo saludé mientras aún me abrazaba, tragándome la debilidad de mis sentimientos.

Dejó un beso en mi cabello y se apartó.

—Hola —sonrió—, estás, muy… diferente.

—Cosas de la doble vida.

—Me gustas más siendo tú, pero los colores claros también te van, como que quiero apretar tus mejillas y besar tu frente.

Estiró sus manos pero las detuve a tiempo.

—Ni se te ocurra, o te corto los dedos.

—Tu alma sigue negra, me encanta. —Soltó una risita y se apartó para dejarme pasar.

—Aunque bueno, un abrazo chiquito más no se le niega a nadie —cedí en voz baja, y él de inmediato me envolvió con sus brazos una vez más.

—Corrección: se le niega a todos, menos a mí.

—Menos a ti.

—¿Estás bien? —se interesó dejando de lado las bromas.

—Me va a explotar el cerebro, pero sobreviviré.

—Haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarte, como tú siempre has hecho conmigo.

Yo solía ser la persona a la que él llamaba cuando tenía problemas, solía ser su lugar seguro cuando se sentía vacío, y el hecho de que llevábamos tiempo sin hablar solo podía significar que su vida estaba siendo más simple y feliz.

Lo amaba tanto como para que no me importara, si él estaba bien y feliz lejos de mí, me sentía en paz de todos modos.

—Gracias, pero si tu hermano habla no sé qué voy a hacer.

—Lo convenceremos, ya verás —intentó confortarme, como si supiera que a pesar de la fachada y las respuestas cortas, de verdad no la estaba pasando bien.

MiéntemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora