Capítulo 4

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"Cuanto mas gruesa es la armadura, más frágil es el ser que la habita

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"Cuanto mas gruesa es la armadura, más frágil es el ser que la habita."

Anónimo

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Mirko regresó antes de que saliera de la cocina. Sus ojos repararon en su hermano, que estaba comiéndose el helado aún.

—¿Te lo quitó? —me preguntó, como si fuera un papá que quiere defender a su pequeña.

—Sí, pero no importa...

—¿Cómo eres tan infantil? —le reclamó a su hermano mientras buscaba algo en la alacena más alta.

—¿Quieres que responda? —le preguntó Alek en tono irónico y con una media sonrisa.

Mirko ignoró la insinuación y me ofreció un puñado de unas pequeñas barritas de chocolate que obtuvo de un frasco de vidrio lleno de las mismas.

—¿Me esperas arriba? —Pasó su mano por mi mejilla lentamente y me dio un tierno pero convincente beso.

—No te tardes, ya tengo sueño —acepté robándole un último beso corto.

—Voy enseguida —Sonrió y salí de la cocina, para obviamente quedarme al otro lado de la puerta.

No sé bien por qué, pero esperaba una discusión. Me sorprendió el tono de voz que usó Mirko, lo suficientemente condescendiente.

—¿Qué tomaste? —le preguntó sentándose frente a él, o eso supuse por el movimiento de la silla.

—Nada, no te preocupes.

—Se te ve en los ojos —insistió, pero siguió sin obtener respuesta— ¿Solo alcohol o algo más?

—Solo alcohol, y no fue tanto, deja de interrogarme.

—No necesitas tomar nada para dormir, tienes que intentar...

—Tú no puedes saberlo, no estás en mí —lo interrumpió con determinación—. Llevo tres días sin dormir, haré lo que sea que me ayude a descansar un poco.

—Dejar los energizantes ayudaría.

—Sí, a perder el año ayudaría —renegó con ironía.

—Los dos sabemos que no son las tareas las que te tienen sin dormir. Necesito que te cuides, Alek. Yo te necesito, no quiero perder a otro hermano...

—Nosotros no perdimos nada, lo mataron, no es lo mismo —afirmó cambiando el tono por completo.

—Como quieras decirle, no fue tu culpa, ya deja de torturarte.

—Sí lo fue, yo lo sé y ustedes también, aunque no quieran decirlo, sé que lo piensan.

—Claro que no, Alek —volvió a negar Mirko—. Así pasaron las cosas, no fue tu culpa.

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