╰✯┋Capítulo 23┋

21 3 0
                                    

Charlotte de inmediato retrocedió palidecida, quiso cerrar la puerta y sin embargo fue incapaz de hacerlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Charlotte de inmediato retrocedió palidecida, quiso cerrar la puerta y sin embargo fue incapaz de hacerlo.

Muy con su pesar, ella le invitó a entrar para no tenerlo esperando bajo la lluvia.

El rostro de Gianluca denotaba arrepentimiento y ella pudo darse cuenta de su gesto. Le rogó perdón por su inapropiado comportamiento, por sobrepasarse con sus flirteos.

El hombre se adentró en la habitación y se sentó sobre la cama. Notó que Charlotte, pese a que siempre lucía demasiado arreglada incluso para estar en casa, esta vez lucía radiante, frunció un poco el ceño cuando cayó en cuenta de que esperaba a alguien más y esto no pasó desapercibido por la chica.

—Lamento mi actitud de antes —comenzó sabiendo que Charlotte estaba a punto de pedirle que se retirara—. Si te hice sentir incómoda, discúlpame.

—Acepto tus disculpas. Y espero que no intentes ir por alguien más.

Acarició su mejilla y apartó un mechón de su cara.

—Nadie más que tú me interesa, y, sin embargo, me queda claro que no aceptarás mi oferta.

—Gracias por enten...

—Al menos no voluntariamente.

..Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ..

El paisaje había comenzado a cambiar, el bosque se hacía menos denso y empezaron a andar con cautela, sabiendo que cada paso los llevaba a una oportunidad decisiva.

—Y ¿qué se siente? —preguntó Rose, rompiendo con el silencio.

—¿Qué cosa? —inquirió Lowell sin comprender a qué se refería.

—Ya sabes, tener recuerdos —dijo con una sonrisa irónica.

—Agrada y duele por igual.

Rose lo miró fijo, sin entender. No era de las personas a las que les gustara las cosas complejas, y Lowell parecía ser alguien que no tenía las respuestas simples que deseaba encontrar.

—Sabes que eso no me ayuda.

El húmedo aire otoñal olía al bosque y las nubes anunciaban el atardecer. No sabía si la nostalgia que le hacía sentir era porque había un recuerdo que le intentaba evocar, o simplemente porque esa imagen también se convertiría en un recuerdo, pero sabía que era algo que no podía poner en palabras.

—Hay toda clase de recuerdos, pero sin importar lo hermosos, o lo felices que sean... al final son solo eso: un recuerdo.

Rose soltó un suspiro, iba a continuar con su interrogatorio cuando una extraña sensación le invadió y frunciendo el ceño se concentró en seguir la ruta que las flores le indicaban.

—¡Demonios, apresúrate! —Echó a andar.

Lowell la siguió en silencio. El rostro de su hermana indicaba que todo iba mal y si sus presentimientos eran correctos, Charlotte estaba en peligro.

Donde los ángeles temen pisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora