╰✯┋Capítulo 03┋

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La lluvia se teñía en tonos carmines a su alrededor en conjunto con los cuerpos inertes que aún emanaban aquel líquido vital

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La lluvia se teñía en tonos carmines a su alrededor en conjunto con los cuerpos inertes que aún emanaban aquel líquido vital. Eira soltó un puñal que acababa de usar dejándolo caer sobre el piso mientras se perdía entre los oscuros callejones de la ciudad con una notable parsimonia.

Escuchó el aullido de los perros y algunos otros sonidos provenientes de los animales, quienes al parecer notaban el aura que emanaba, aunque a él no le importaba por lo que se limitó a caminar tranquilamente sintiendo el frío golpear su rostro.

Se acercó hasta un viejo apartamento, sacó las llaves dispuesto a abrir cuando una voz conocida le llamó:

—Así que este es el lugar donde vives, Eira.

—Libheart. —Giró sobre sus talones y pronunció despectivo, viendo al chico que se acercaba hasta él, enfadado porque ni siquiera fue capaz de percatarse de su presencia.

—¿Esto es en lo que te has convertido? —Señaló las manchas de sangre en su ropa y se aproximó quedando frente a él—. De todas las personas habría preferido no tener que pelear contra ti.

—Probablemente sí. Pero si esta es tu manera de hacer las cosas acabarás por no matar a nadie.

—Creí que te lo debía —confesó Shannon sabiendo cual sería el inevitable desenlace— pero si tu decisión está tomada no me queda más que darle fin a esto.

—¡Vaya regalo! Si crees poder matar a alguien que no puede morir ven a mí.

Sin un ápice de duda, Shannon atacó primero, apareció por abajo empuñando la misma arma que Eira había utilizado para sus anteriores víctimas, sin embargo, este logró bloquearlo. Shannon cayó del otro lado dando vueltas y al incorporarse comprobó que, en efecto, enfrentarse a Eira sería difícil.

Estaba por volver a atacar cuando del suelo gruesas cadenas apresaron sus extremidades, no pudo reprimir un grito de dolor cuando los primeros huesos cedieron, crujiendo. Eira, teniéndole dominado, se acercó a examinarlo, arrebató su arma y la incrustó sobre su pierna.

—Si fueses un humano normal ya estarías muerto —se burló mientras giraba el puñal, hundiéndolo más profundo y desgarrando la carne.

Shannon mordió su labio inferior evitando darle el gusto de escuchar sus gritos. Apretó los dientes ante el ardor y le pateó para sacárselo de encima.

—Ciertamente no soy un humano normal —musitó zafándose de las cadenas y desincrustando el puñal para posteriormente arrojarlo—. De lo contrario no habría venido.

—Reconozco tu coraje —exclamó el otro levantándose y acomodando hacia atrás sus mojados cabellos—. Pero que seas un apóstol no supone alguna diferencia para mí.

Era la segunda vez que Shannon escuchaba que le llamaban con ese apelativo, hasta ese momento no se había preguntado por qué podía hacer cosas que las personas normales no. Pero tampoco le importaba la respuesta porque él se había hecho la suya propia: para terminar con aquellos que lastimaban a otros.

Aprovechó el momento para utilizar sus agujas, pero Eira logró esquivarlas siendo alcanzado solo en su mejilla. Dio un paso hacia atrás cuando el no humano se acercó lentamente hasta sujetar su brazo e inspeccionar la herida que había en este.

—Así que te has encontrado con Kain —expresó con burla reconociendo la marca—. Si no saliste victorioso de aquella pelea no tienes oportunidad contra mí.

—No alardees tanto, malnacido —exclamó soltándose de su agarre y ladeando una sonrisa burlona—. Hasta donde yo puedo ver he logrado herirte más a ti que a él.

Un golpe en su rostro le recordó la situación en la que estaba, cayó a un costado y su maltratado cuerpo recibió el dolor una vez más. Escupió sangre y volvió a levantarse solo para ser tomado del cuello de su gabardina.

El hilo de sangre que escurría de su frente se deslizó hasta sus labios. Eira recogió una gota con su dedo índice y la probó.

—No tienes oportunidad alguna así que te devolveré el favor: olvida todo y deja el pasado donde se encuentra.

—Lo siento, pero no puedo simplemente olvidar —musitó y trató de mantener su fría fachada, regulando su agitada respiración—. Si tu deseo es permanecer al lado de ellos espero que estés listo para ser eliminado.

—Será mejor que empieces de una vez, porque si pierdes no te imaginas el infierno que te espera.

Lo arrojó sobre el piso y movió sus dedos para controlar las cadenas. Estas se empezaron a enroscar sobre sus tobillos y cuando le tuvo sujetado le impactó con violencia sobre el piso repetidas veces para luego reincorporarlo hasta dejarlo de rodillas frente a él.

Shannon supo que su oponente no estaba usando toda su fuerza, y sin embargo solo podía defenderse ante su impresionante poder. Se maldijo porque, sin importar cuanto se había preparado, al final seguía siendo un humano. A diferencia de ellos.

Notó cuando Eira tomó el arma que yacía en el piso, listo para incrustarla y partir sus extremidades. Alcanzó a sujetarla por el filo antes de que le alcanzara y sintió el cansancio esparcirse por cada partícula de su cuerpo. Se resistía, pero el dolor era insoportable, pudo ver las venas de sus manos sobresalir por el esfuerzo que hacía al evitar que el arma avanzara.

—Deberías rendirte —se rio en su cara. Humillándolo—. Pronto terminará todo, pero tú tendrás el honor de ser el primero.

Eira se impulsó con mayor fuerza a punto de superar al humano cuando de repente el reloj del universo pareció detenerse un parpadeo, cuando volvió en sí, varias agujas le atravesaban, escupió sangre por primera vez en mucho tiempo y rio divertido.

Supo que el humano había utilizado el letargo del tiempo, una habilidad única que detenía la percepción del enemigo por un breve instante. Para ser un novato la cantidad de tiempo que usó era prodigiosa, pero también sabía que precisamente ese detalle sería la causa de su muerte al haber gastado todas sus energías.

Shannon se apoyaba sobre una rodilla intentando recuperarse, observó a su alrededor confundido; era la primera vez que hacía algo como aquello, pero lo que más llamaba su atención eran las palabras de Eira: el primero.

Significaba que había más como él.

Chasqueó la lengua y se levantó con decepción al volver a la realidad y notar que su oponente se erguía, demostrando que su anterior ataque no provocó suficiente daño en él.

Eira arremetió contra él en un impulso tan veloz que ni siquiera fue capaz de verlo. Le sujetó de las muñecas y lo levantó para estrellarle contra un grueso muro; asegurándose de que su cuerpo golpeara con tal fuerza que algunos huesos se fragmentaran con un sonoro crujido.

De su garganta escapó un alarido que mezclaba el dolor con la furia, aun con algunos huesos rotos le quedaba suficiente fuerza para moverse, nuevamente se soltó de su agarre, usó una de sus agujas y la clavó en el ojo de Eira.

El no humano se separó intentando frenar el sangrado, sacó el arma rápidamente de un tirón y le miró furioso. Antes de lograr golpearle nuevamente, una fuerza brutal les separó, lanzándolos por lados opuestos.

Cuando dieron la vuelta se encontraron con otro de los no humanos, de apariencia joven, ojos violáceos y blancos cabellos. Sin esfuerzo había logrado interponerse entre ambos.

Shannon tuvo que contener la impresión: aquel joven era idéntico a su pequeño hermano muerto. Retrocedió inconscientemente hasta que su espalda chocó con la pared de piedra, abrió mucho los ojos y negó repetidas veces con la cabeza.

El suelo recibió su cuerpo en shock. Sus armas cayeron a su lado, pero rebotaban alejándose. Su brillante sangre salpicó a su alrededor, como una flor abriéndose.

Donde los ángeles temen pisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora