╰✯┋Capítulo 41┋

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Lawrence despertó sobresaltado

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Lawrence despertó sobresaltado. En la cercanía no pudo visualizar ni a Shannon, ni a Eira, ni a nadie. Extrañado comenzó a caminar, notando que sus heridas parecían haber mejorado.

Supuso que Ellie le había curado, aunque no entendía porque ninguna estigia lo vigilaba luego de los problemas que pasaron para capturarlo.

Llegó al final de un pasillo, en las afueras del castillo. Una leve lluvia caía y la niebla apenas dejaba ver qué estaba sucediendo.

Miró un rastro de sangre y con preocupación lo siguió. Llegó hasta la entrada de un espacioso cuarto y notó más sangre por todos lados.

Iba a entrar cuando miró a Jay, pálido y temblando, con las ropas carmines que manchaban todo a su alrededor, y, aun así, avanzaba con una firme voluntad que no parecía real dadas sus heridas, arrastrándose hasta quedar frente a la escultura de un Cristo crucificado.

Se recargó del muro, esperando entender qué sucedía. Aunque estaba seguro de que el final de Jay estaba cerca.

La estigia se levantó con dificultad y recargándose de la escultura juntó su frente con la de la imagen.

—Oh, Padre nuestro —exclamó con una mueca enfermiza—, ¿por qué no bajas de los cielos? ¿por qué no vienes a regocijarte del infierno que has creado? Padre ciego, indolente y sordo ¿Por qué nos has abandonado?

Cuando la imagen de Jack vino a su mente un gemido involuntario escapó de sus labios. Una vez muerto no habría posibilidad de un último reencuentro.

Mordió su labio inferior y tragó saliva junto con su sangre, evitando con todas sus fuerzas derramar alguna lágrima.

De alguna manera Lawrence sintió pena por él. Había una profunda tristeza en su alma que no recordaba haber notado antes.

—Podría purificar tu alma si es lo que deseas —anunció desde la entrada.

Jay esbozó una sonrisa y negó.

—Es demasiado injusto pensar en ir a donde Él en la otra vida cuando en esta no ha estado.

—No podría asegurarte ir donde Él, pero al menos tu sufrimiento terminaría —Sus pasos resonaron acercándose.

—No. No terminaría —dejó salir la estigia casi sin voz. Su expresión se tornó más melancólica y recargó la espalda contra la escultura—. Pero no hay más que hacer.

A sus ojos subieron unas lágrimas que a Lawrence le parecieron de despedida. O quizás de lástima por el tiempo perdido y porque junto con él se desvanecían los recuerdos y los deseos.

—Por ahora la paz es lo más parecido al paraíso que deseaban construir.

—¿Por qué desearía algo como el cielo?... incluso los mismos ángeles no fueron perdonados por Dios cuando pecaron. Además, seguro que el paraíso es de lo más aburrido, el infierno y yo nos llevaríamos mejor, la vida en este horrible mundo ha sido divertida, no puedo esperar a...

Se llevó las manos a la boca y cayó sobre sus rodillas. Los borbones de sangre salieron con desenfreno y una sonrisa retorcida se dibujó en sus labios.

Su cabeza se apoyó en la pared dando a entender que la vida lo había abandonado.

Lawrence se agachó a su altura y con cuidado cerró sus ojos. Extendió su luz para sellar el alma.

Jay parecía amar el mundo tanto como lo odiaba. Pero esta vez no sería capaz de regresar a él.

Apretó los párpados con ganas de llorar. No podía asegurarlo, pero que Jay estuviera en ese estado significaba que sus compañeros estaban peor. Quizás muertos.

—Así que por fin has despertado —Lawrence se sobresaltó al escuchar aquella voz.

—Ellie...

El chico se agachó para cargar el cuerpo de Jay. Lawrence, sabiendo que no había nada que hacer por él, no lo detuvo.

—Hiciste un buen trabajo —le susurró a su compañero—. Perdón por arrastrarte a esta guerra.

Hizo una señal y Rose apareció con un gesto lleno de pesar en el rostro. Lawrence se mantuvo más alerta al mirarla, sin embargo, a ninguno parecía importarle su presencia.

La chica creó un ataúd de flores y Ellie con cuidado depositó el cuerpo de Jay en este.

—Caleb me ordenó curar las heridas más profundas para que no murieras —habló la estigia— ¿sabes que suicidarte sería una manera interesante en la que no habría ganadores?

—No me interesa ganar o perder. Solo quiero proteger a las personas que son importantes para mí.

Ellie dejó salir un suspiro.

—Entonces somos dos. Adelante, ve, aunque en vista de lo que ha pasado hoy eres un asco intentando proteger a Shannon.

El ceño de Lawrence se frunció.

—¿Qué has hecho por él además de seguir en el bando que se ha encargado de que termine así?

Rose estuvo por atacarlo, pero Ellie le detuvo. Sus palabras, lejos de afectarle, le hicieron reír.

—Sabes que, incluso siendo el caso, si no fuera por mí, él, ni ninguno de tus compañeros seguirían con vida.

Lawrence suspiró, cansado. Por mucho que odiaba admitirlo, era verdad. Más de una vez Ellie había curado a sus compañeros, y aunque no se fiaba de él, al menos sabía que tenía el mismo deseo de proteger a Shannon.

—Lo sé —aceptó rendido.

—Aunque si no hubiera salvado al absorsor aquella ocasión, ahora tal vez Jay estaría vivo...

Lawrence entreabrió los labios con sorpresa.

—¿Nicholas ha sido quien...?

—Nicholas también está muerto —le cortó—. Varios de los apóstoles lo están.

Las palabras se clavaron en él con una fuerza mayor a la esperada. Aquel momento solo pudo caer. Hubo oscuridad, vacío, dolor, impotencia, ganas de llorar y de negarse a la realidad.

—Su creador ha sido derrotado por Damien —musitó, destrozado—. ¿Incluso así te negarás a cumplir el deseo de Shannon y dejar a las estigias?

—Oh, cielos —murmuró Rose con un gesto que diversión que pareció no poder reprimir.

—Preocúpate por ti —Ellie levantó la barbilla en un gesto altanero—. Todo está marchando tal y como he planeado.

Lawrence parpadeó, perdido en aquella respuesta. Se estremeció cuando sospechó el porqué.

—Aunque Caleb ha muerto las estigias siguen aquí...

—Lo has entendido, querida balanza, ahora que Caleb ha muerto, yo soy el Creador.

Donde los ángeles temen pisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora