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13 de agosto, 2017.
Bariloche, Argentina.

Rosario Cammacho.

Daniel y Faustina charlan animadamente, realmente congeniaron bastante bien. Del otro lado de la mesa, frente a ellos, Max y yo comemos en silencio.

— Así que — Max aclara su garganta para llamar mi atención. —, ¿cuál es tu puesto en el hotel? ¿Administrativa o algo así?

Me encojo de hombros y solo asiento.

— Curioso que tu apellido sea el mismo de los dueños. — comenta el rubio.

Me volteo a mirarlo. — Ah, ¿estuviste investigando?

Fue turno del neerlandés de encogerse de hombros.

Daniel se da cuenta de la situación del otro lado de la mesa, por lo que empieza a incluirnos en la conversación. Él sí que es simpático y además tiene una sonrisa muy contagiosa.

— Con nuestros amigos iremos a un club, creo que dijeron que su nombre era Bypass. — menciona Daniel. — ¿Quieren venir?

Yo quería gritar que no, pero la mirada de perrito mojado de mi mejor amiga me hizo asentir en respuesta al australiano. Así que luego de pagar, lo cual los pilotos insistieron en hacer, los cuatro nos ponemo de pie y caminamos hacia la salida de la parrillada. Daniel tiene una de sus manos en la espalda baja de Faustina, Max intentó hacer lo mismo conmigo pero rápidamente le saqué la mano de allí y lo miré mal para luego acelerar mi paso, haciendo que el neerlandés ría.

Minutos después el resto de pilotos junto a dos mujeres llegaron por nosotros al restaurante para ir caminando hacia el boliche, que no queda muy lejos de aquí. Todos son bastante simpáticos y cómicos, lo cual me sorprende ya que Max no es así. O al menos no parece serlo. No entiendo cómo es que sin tan amigos suyos, la verdad, pero parecen quererlo bastante.

Cuando llegamos a Bypass tuve que usar el poder de mi apellido dentro del ámbito del turismo para lograr que nos den una entrada a Faus y a mí, ya que en estos boliches debes comprarlas anticipadamente. Los chicos ya tenían la suya desde que pagaron el viaje.

— ¡Esta ronda la invito yo! — dice un muy alegre Max. Llevamos cerca de hora y media en el boliche y ya todos estamos bastante picados, me incluyo, pero Max nos gana. Tiene los tres primeros botones de su camisa desprendidos y el cuello desalineado al igual que su cabello. Pero lo que más llama mi atención, sin duda, es la sonrisa de oreja a oreja que tiene. El rubio se levanta a comprar la ronda de tragos y Charles junto a Carlos van a ayudarlo, mientras que Daniel y Faustina bailan por ahí al igual que Pierre que conoció a una chica bastante linda.

— Wow. — dice Isa apenas los chicos se alejaron.

— ¿Wow qué? — pregunto confundida.

— Wow le encantas a Max. — ríe Giada e Isa asiente estando de acuerdo.

Las miro como si tuvieran sesenta cabezas. — ¡Dejen de hablar estupideces! — pido.

— Mira, conocemos a Max desde hace bastante tiempo y déjame decirte que en serio llamaste su atención. — afirma con mucha seguridad Isa. En eso, Charles llega con tres vasos en sus manos. — Mira, ahí viene Charles, él lo conoce más que nosotras. ¡Charlie! — llama la atención del monegasco. — ¿Verdad que a Max le atrae Rosario?

Él ríe. — Definitivamente.

— ¡¿Ves?! — chilla Giada pero yo solo ruedo mis ojos divertida.

Obviamente ya todos tienen el alcohol subido en sus cabezas.

Menos de un minuto después Carlos y Max regresan con el resto de tragos, y el neerlandés toma asiento junto a mí antes de extenderme un vaso.

— ¿Qué me asegura que no pusiste alguna droga ahí? — pregunto con una ceja en alto.

Max gira sus ojos sonriendo divertido. — Créeme que no necesito drogarte para conseguir que te acuestes conmigo, preciosa.

Lo miro con una ceja en alto. — ¿Disculpá? ¿Qué te hace creer que tendría sexo con vos?

— ¿Quién no lo haría? — pregunta señalándose a sí mismo.

Blanqueo los ojos con disgusto antes de ponerme de pie. — Paso de los arrogantes.

Camino hacia el baño. Me conozco Bypass como a la palma de mi mano así que no tardo en llegar al lugar. Ignoro completamente al resto de mujeres ahí, agradezco que a los egresados no se les permite entrar a los baños del VIP porque sino sería un completo despelote. Me miro al espejo durante unos segundos en los que intento canalizar mi enojo con mi respiración; odio a las personas arrogantes y pedantes, y Max es así. Además, ¿por quién me toma para asumir que me acostaría con él?

Por un momento pienso en irme de allí pero luego recuerdo que estoy en ese lugar y en esa situación para acompañar a mi hermana del alma, por lo que tomo un poco más de aire antes de salir del baño.

— Ahí estás. — una mano envuelve mi muñeca. Miro al dueño y volteo los ojos al encontrarme con Max.

— ¿Qué querés? — le pregunto.

— Vamos a hacer una apuesta. — dice. Arqueo una de mis cejas. — Si no caes en mis encantos hasta el final de este viaje tú ganas, si caes entonces gano yo.

— ¿Y cuál es el premio? — pregunto.

— La satisfacción de vencer al otro.

Lo pienso durante unos segundos antes de sonreír de lado. — ¿Hasta cuándo es que te quedas?

— Hasta el 23.

— Que empiece el juego. — murmuro extendiendo mi mano derecha. Él la mira unos segundos antes de estrecharla.

IT HAD TO BE YOU • Max Verstappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora