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25 de septiembre, 2020.
Sochi, Rusia.

Rosario Cammacho.

— ¡Pero mirá lo hermosa que estás! — exclamo antes de abrazar fuerte a mi mejor amiga.

— No puedo creer que estuvimos casi un año sin vernos. — lloriquea cuando nos separamos.

Tomo mi valija y comenzamos a caminar hacia la salida del aeropuerto. — Bueno, si te tomaras un tiempo para ir a visitar a los que nos quedamos en Argentina...

— Callate, vos también podrías visitarme. — me saca la lengua.

Luego de guardar las cosas en un taxi comenzamos al camino hacia el hotel. Un camino para nada silencioso porque así es cuando estamos juntas, peor si nos reunimos luego de tanto tiempo sin vernos.

Llegamos a un hotel inmenso y muy hermoso, uno que conozco bastante bien ya que pertenece a la cadena de mis padres. Me registro y luego caminamos juntas hacia el ascensor.

— ¡No puedo creer lo que mis ojos ven! — las puertas del ascensor terminaron de abrirse y allí está Charles, quien gritó al verme, junto con Daniel, Pierre y, por desgracia, Max.

Sonrío al monegasco. — ¿A vos no te pasan los años o qué?

Charles me abraza con cariño al igual que Pierre y Daniel, con quienes me he mantenido en contacto a través de las redes sociales.

— Hey. — me saluda Max.

— Hola. — respondo un poco incómoda.

— Eh, bueno, nosotros íbamos al comedor, ¿por qué no te instalas y nos encuentran ahí? — pregunta Dan cortando con aquel momento incómodo. — Así de paso te presentamos al resto.

Asiento sonriente y los chicos se van, Faus y yo nos montamos al elevador.

— Incómodo... — murmuro cuando las puertas se cerraron.

— Pregunta por vos a menudo.

La miro sorprendida. — ¡¿Y ahora me lo contas?! — exclamo. — Digo, no es que me importe ni nada pero...

Faustina suelta una estruendosa carcajada y yo murmuro "callate" antes de que lleguemos al piso donde me hospedaré. Busco mi habitación, la 612, y luego de unos minutos en los que fui al baño y acomodé un par de cosas ambas salimos con nuestros brazos entrelazados para dirigirnos al comedor.

— Aún no puedo creer que estés aquí, ¡te la tenías bien escondida, hijo de puta! — Pierre golpea la nuca de Daniel de forma amistosa y el australiano solo ríe.

— Me gusta sorprender a la gente. — se encoge de hombros.

— ¿Dónde está Charlotte? — le pregunto a Charles. Durante el tiempo en que no nos vimos me contó que se separó de Giada y que luego empezó una relación con una tal Charlotte, quien resultaba ser amiga de Giada. O bueno, ex amiga.

— Llega mañana. — contesta con un pequeño puchero.

— ¡Hola! — saluda un castaño con bonitos ojos y hermosa sonrisa al llegar a nuestra mesa. Viene acompañado por dos más, a uno lo reconocí al instante: Fernando Alonso. El castaño puso su vista en mí y se acerca con su puño hacia mí. — Soy Lando, ¿y tú?

— Hola, Lando, yo soy Rosario. — contesto chocando su puño.

— ¡Oh! La argentina que M - — un codazo del otro chico que llegó con él y Alonso lo calla. Lando abre grande sus ojos. — que mejor amiga de Faustina es, claro, eso estaba por decir.

Sonrío confundida mientras que más de uno de los muchachos se aguantan la carcajada. El que le dio el codazo a Lando se acerca sacudiendo la cabeza hacia mí.

— Yo soy George, un gusto. — se presenta.

— Un gusto también. — choco mi puño con el suyo. Luego me presento con Alonso y me prometo mentalmente que antes de que el fin de semana termine tengo que tomarme una foto con él para enviarle a mi papá ya que es un gran fan suyo.

Luego llegaron un par más: Mick, Lance y Nicholas. A decir verdad todos son bastante simpáticos y buena onda, así que yo estoy bastante suelta. Salvo cuando hago contacto visual con Max, en esos momentos solo quiero hundirme en mi lugar y volverme invisible. Odio que tenga tanto efecto en mí.

— Ahora la pregunta es: — Lando llama la atención de todos tras aclarar su garganta. — ¿qué haremos para el cumpleaños de Max?

— Podemos quedarnos aquí hasta el primero. — opina Nicholas.

— O podríamos viajar el domingo por la noche a un lugar más, no sé, cálido. — opina Daniel y casi todos asienten.

— ¿Tú qué opinas? — me pregunta George.

Me encojo de hombros. — El domingo por la noche vuelvo a Argentina así que no tengo mucho que opinar.

— Pero es el cumple de Max, debes quedarte y así salimos de fiesta como cuando estábamos en Bariloche. — dice Pierre.

Le sonrío sin mostrar los dientes. — Estoy segura de que no soy necesaria para que Max tenga un buen cumpleaños.

Max suelta un "ja" bastante falso y todas las miradas, incluyendo la mía, caen en él.

— ¿Pasa algo? — le pregunta Lance.

— No, claro que no, ¿qué podría pasar? — responde antes de ponerse de pie. — Estoy bastante cansado así que me retiro. Nos vemos mañana para las pruebas.

Asintió a modo de saludo antes de irse. No puedo evitar seguirlo con la mirada hasta que desaparece por el pasillo de los elevadores. Pronto siento un golpe en mi brazo así que miro sorprendida a mi mejor amiga.

— ¿Por qué dijiste eso? — pregunta entre dientes.

— Porque es la realidad. — me encojo de hombros.

La cena transcurre entre risas y bromas, algunas un tanto pesadas, entre los chicos. Me retiré un poco antes que el resto ya que estoy cansada por el viaje, me despedí de todos y tras eso camino hacia el elevador. Marco mi piso y pocos segundos después las puertas se abren, mostrándome, por segunda vez en el día, el rostro de Max del otro lado.

— ¿Me estás siguiendo? — pregunta con una ceja alzada.

— Quisieras. — paso junto a él sin importarme el hecho de golpear su hombro con el mío y camino en dirección a la puerta de mi suite.

— ¿No quieres una nueva apuesta? — me grita antes de que yo pueda entrar. Lo miro seria.

— Paso, pero gracias, quizás a la tal Helena le agrade la idea. — respondo. Me felicito mentalmente al ver la sorpresa en su rostro.

— ¿Cómo sabes de Helena?

— ¿Acaso importa?

Tras unos segundos en silencio él niega con su cabeza. — No, de todas formas ya no estamos juntos.

— Bien por ella. — le sonrío falsamente antes de meterme en mi habitación y cerrar la puerta tras mi cuerpo.

Mis ojos se aguaron al recordar a esa chica y el hecho de que, sin saberlo, fui la tercera en su relación.

Sacudo un par de veces mi cabeza antes de caminar hacia mi cama, decidida a dejar de pensar en eso.

Que se pudra Max Verstappen.

IT HAD TO BE YOU • Max Verstappen.Where stories live. Discover now