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01 de enero, 2021.
Perth, Australia.

Max Verstappen.

Despierto y, como cada mañana, me estiro un poco sobre la cama. Claro que esta vez lo hago con precaución ya que tengo acompañante y lo que menos quiero es golpearla.

Me siento sobre la cama mirando confundido a mi alrededor al sentir la cama vacía y fría junto a mí.

No jodan, ¿en serio imaginé todo lo que pasó anoche?

Levanto las sábanas y me encuentro mi cuerpo desnudo, bueno, espero que sea real lo que recuerdo porque sino sería muy extraño.

La puerta de la habitación se abre y Dan con unos lentes de sol y una cara de perros aparece detrás.

— Levántate que vamos a almorzar fuera. — me anuncia y luego sale sin más.

Miro a mi alrededor, no encuentro ropa tirada, nada que pueda indicarme que en serio estuve con ella. Mierda.

Me levanto y voy hacia el baño de la habitación para lavarme la cara y los dientes, también me doy una ducha rapidísima. Entre que me cambio y demás no debo haber tardado más de 10 minutos. Salgo de la habitación poniéndome una de las gorras que traje al viaje, mirando a mi alrededor en busca de alguna señal de Rosario, necesito verla y hablar con ella y así saber si mi cabeza me está jugando una pésima pasada con un sueño demasiado vívido o qué.

Llego a la planta baja y ahí todos están, literalmente, echados sobre los sillones de la casa con gorras y lentes de sol, seguro más de uno queriendo morir de la resaca.

— ¡Hasta que al fin estás listo! — Lando aparece gritando desde la cocina causando que todos los cadáveres de la sala le hagan "sh" y más de uno gaste sus pocas fuerzas en aventarle cojines y demás. El británico los mira indignados. — ¡No es mi culpa que sean unos borrachos de mierda!

— Callate, no nos juzgues, señor le robo el alimento a los terneros. — Cassie lo manda a callar y la verdad me encantaría reírme y felicitarla por cómo lo llamó, pero entre la resaca y la duda de lo que pasó anoche solo me quedo callado.

— Bueno, ¿vamos? — pregunta Charles. Todos asienten pero nadie se mueve de su lugar. Dirijo mi mirada a Lando quien mira en mi dirección, ambos asentimos con la cabeza casi al instante y, mientras él reingresa a la cocina, yo voy caminando hacia la puerta de la casa para abrirla.

— ¡Arriba, arriba, el sol ya salió, la luna se escondió y los pájaros cantan felices en la espera de otro arrorró! — el ruido de la melodiosa voz de Lando es acompañado por el sonido de una cuchara de madera golpeando una olla metálica, y pronto también podemos escuchar con claridad a muchas personas molestas corriendo detrás del chico.

Ahí sí me río, no sé de dónde sacó esa canción Lando ni si en realidad existe, pero el chico realmente es único.

La última en salir es Cassie, quien lo hace con un puchero en el rostro.

— ¿Por qué tenemos que alimentarnos? — pregunta como nena pequeña mientras yo cierro la puerta detrás nuestro. Lando ya dejó de golpear la olla y la dejó a un costado de la puerta, ahora se encuentra corriendo y riendo mientras Pierre, Carlos y Daniel lo persiguen enojados.

— Porque si no lo hacemos luego no aguantamos hasta el final en las fiestas.

Mi mejor amiga deja salir un suspiro de lo más dramático mientras caminamos detrás del grupo hacia el lugar en el que almorzaremos.

— ¿Qué tal tu noche? — le pregunto. Sus mejillas se ruborizan y eso me hace abrir grandes mis ojos y mi boca sorprendido. — ¡Ahora me cuentas!

IT HAD TO BE YOU • Max Verstappen.Where stories live. Discover now