— Esto es increíble... — murmuro mientras admiro el agua celeste de la playa.
El cielo está despejado pero el ligero viento de la mañana hace que los vellos de mis piernas desnudas se ericen.
— Es el paraíso, ¿verdad? — sonríe Fausti y yo solo asiento.
— ¿Podemos volver a casa? Más tarde volveremos a la playa, lo juro, pero ahora solo quiero dormir. — Dan nos mira con un puchero y, riendo, ambas aceptamos para ponernos de pié.
Me sacudo la arena de mis piernas y la tela de mis shorts para luego caminar junto a la pareja, entre risas, hacia donde Dan dejó su auto luego de buscarme del aeropuerto hace una hora.
• • •
— Esto está delicioso, señora Ricciardo. — confieso luego de tragar un trozo de waffle con crema de maní y frutas.
La mamá del piloto me mira mal. — Oh, te voy a tirar el repasador a la cara en cuanto no empieces a llamarme Grace.
Suelto una pequeña carcajada y pido disculpas.
El desayuno transcurre con tranquilidad; la familia de Dan es muy divertida, simpática y unida, su hermana, Michelle, incluso vino junto a su esposo y su pequeño hijo a compartir el desayuno solo porque se enteró que vendría la mejor amiga de Faustina. A ella la tratan como de la casa y amo eso, se la ve cómoda entre ellos.
— ¿Entonces? — me pregunta Faus mientras se sienta en la hamaca que hay en el patio trasero de los Ricciardo. — ¿Qué tal tu noche de navidad?
Suspiro pesadamente. — Me acosté con Max. — murmuro. — Bueno, técnicamente no nos acostamos ya que lo hicimos de pie en la terraza del club, pero entendés a lo que me refiero.
Faustina suela una risita chiquita y eso me descoloca un poco.
— ¿No te sorprende? — pregunto confundida.
Ella niega. — Era cuestión de tiempo, Chochi, se les nota a yardas las ganas que se tienen.
— Pero es un idiota.
— Uno que te vuelve loca.
Suspiro. — Sí, y eso me estresa.
— No pelees en contra de lo que sentís, loca, dejalo ser.
— No es tan fácil. — murmuro. Segundos después miro a mi amiga y ambas sonreímos levemente, y damos por terminado el tema.
Luego del almuerzo todos nos vamos a dormir siesta, sí, hasta las australianos, resulta que Faus les contagió la costumbre a todos. Doy vueltas en la cama y no puedo dormir, la cabeza me da vueltas sobre el tema de Max. Bufando tomo mi celular y miró las fotos que me tomaron Dan y Fausti esta mañana en la playa, hay dos que me gustan mucho así que decido subirlas.
—
chochicammacho
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