Capítulo 20

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Enzo

Me remuevo ligeramente en la cama, buscando una mejor posición para dormir, había sido un día agotador no solo en el ámbito físico, si no en el emocional. Me doy la vuelta, acomodando mi cabeza en la almohada para seguir disfrutando de mis sueños. Pero este día no es de mi suerte, mis sueños se convierten en pesadillas.

O más bien

Recuerdos

Mi mano tiembla con el arma, miro a la mujer que está frente a mí. Sus ojos están llenos de lágrimas que se deslizan sin control por sus mejillas, me suplica con la mirada que no lo haga.

No quiero hacerlo

No puedo hacerlo

La mujer abraza con fuerza su grande panza. Ella no tiene la culpa de lo que hizo su esposo, ese bebé tampoco la tiene. Siento la mirada penetrante de Francesco, en mi nuca.

-Hazlo- me ordena

Con una valentía que carezco, respondo.

-No quiero- susurro, lo miro- ¡No puedo hacerlo!-

Escucho su grito de furia, poco después siento como mi cabeza es tomada haciendo que fije mi mirada en la mujer, que no deja de llorar.

Niego varias veces, mis ojos se llenan de lágrimas también. Hago todo lo posible por retenerlas.

No quiero convertirme en un asesino

No quiero ser como él

Francesco, toma mi brazo con fuerza haciéndome daño, trato de luchar pero su fuerza es superior a la mía. Me obliga a poner el cañón del arma en la frente de la mujer, sus manos toman uno de mis dedos, colocándolo en el gatillo.

-¡Ella no tiene la culpa!- le grito- ¡No quiero hacerlo!-

-¡Vas a hacer lo que yo te digo!- me grita- ¡Soy tu padre y me debes respeto, mocoso malagradecido!-

Niego frenéticamente, ya no me molesto en aguantar mis lágrimas. Ellas solas comienzan a bajar por mis mejillas, escucho su asquerosa risa en mi oído.

-Eres un cobarde, un inútil que no sirve para nada-

Sigo forcejeando, de un momento a otro.

Un disparo se escucha

Algo salpica mi rostro

El olor a pólvora

Me quedo quieto un momento

No

-¡NO!-

Grito al ver como el cuerpo de la mujer cae en el piso, su sangre comienza a salir de la herida en su frente. Miro como sus ojos abiertos, sin vida. Veo como una solitaria lágrima desciende por su mejilla, no puedo creer lo que estoy viendo. Mi vista va de mi mano hasta el arma.

Yo lo hice...

Yo la maté...

Soy un asesino

Escucho la risa de Francesco, aplaude como si hubiera visto un espectáculo.

-Muy bien, bajo presión trabajas mejor-

No respondo, caigo de rodillas mirando el cuerpo de la mujer que me mira fijamente, sin vida alguna en sus ojos, las lágrimas de deslizan sin control de mis mejillas.

Dolce amoreWhere stories live. Discover now