Capítulo 39

25.1K 1.6K 195
                                    

Karla

—Dea, si querías matarme hubieras buscado un mejor callejón. Este está lleno de ratas y mucha basura, al menos merezco que esté limpio—

Me río al oír su queja mientras caminamos por el callejón oscuro de uno de los barrios de Berlín, habíamos terminado de cenar en un buen restaurante y ahora nos dirigíamos para ir a bailar y perdernos en la noche.

—Créeme, Eros— respondo— si quisiera matarte, lo haría en nuestra cama con mucho placer—

Chillo entre risas, cuando sus manos se encuentran con mi cintura para darme la vuelta y que nuestros rostros estén cerca. Me besa suavemente en los labios antes de subir por mi rostro hasta mi nariz, no dejo de sonreír.

—Eso suena muy interesante— dice— pero, admito que hace años que no salgo a bailar—

Tomo su mano en la mía, para continuar arrastrándolo por el callejón hasta una puerta metálica pintada en rosa neón; difícilmente podrías encontrar la puerta por que el callejón se encuentra oscuras solamente, un pequeño farol ilumina la puerta.

—Comienzo a creer seriamente, que me matarás y que adentro es tu sala de torturas—

—No seas idiota, Eros— digo divertida— este club es exclusivo, casi nadie sabe de él—

—¿Y tu como sabes donde se encuentra?—

—Porque, en el fin de semana de aquí, las chicas vinimos a este lugar y nos encantó— sonrío— estoy segura que te gustará—

Toco dos veces la puerta, la rejilla de la puerta se abre mostrando dos pares de ojos que me miran con seriedad, en el fondo puedo escuchar la música hemos llegado a buena hora de la noche. La voz del guardia, me saca de mis pensamientos.

Palabra

Sonrío

Blase

La rejilla se cierra unos segundos; antes de que el chirrido de las bisagras oxidadas haga eco en el callejón, dándonos el pase de entrada al lugar. Tomo la mano de mi esposo y lo arrastro conmigo para entrar al lugar, le agradezco al guardia quien se mantiene impasible en su lugar.

Guío a mi esposo por el pasillo iluminado con luces de neón color morado, dándole un toque suave y mágico.

—Ya me dirás, ¿dónde estamos?—

—Falta poco— digo— no seas impaciente— lo miro un momento— espero que puedas seguirme el ritmo, Eros—

Dejo escapar un pequeño grito cuando su mano me tira hacia él, en un giro inesperado. Se ríe por lo bajo ante mi reacción, me inclina ligeramente hacia atrás.

—Más bien, dea...— ladea su cabeza— ¿Tú puedes seguirme el ritmo?— sonríe— aunque esté un poco oxidado, aún recuerdo cómo mover los pies—

Lo miro con cierto desafío, sin duda nuestra noche acaba de comenzar. Acaricio su rostro suave, la barba de hace varios días se ha ido.

—Veremos, señor Bianchi—

—Estoy ansioso, señora Bianchi— responde— ¿Continuamos?—

—Por supuesto—

Me coloca de nuevo en mis pies, retomamos nuestro camino hasta que llegamos a una cortina con lentejuelas muy brillantes y los colores neón se filtran un poco entre los espacios. Miro a Enzo, con una sonrisa antes de abrir la cortina.

—¿Listo para la mejor noche de tu vida?—

—Contigo, siempre estoy listo, dea— afirma con una sonrisa en su rostro— será igual de inolvidable, que nuestra boda en Las Vegas—

Dolce amoreWhere stories live. Discover now