Capítulo 37

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Karla

¿Alguna vez han tenido ganas de matar a alguien y no pueden? ¿Por qué de una forma u otra, quieren a esa persona?

Bueno, algunas veces se pueden hacer excepciones.

—¡Marissa, voy a matarte!— grita Via— ¡Cómo es posible que no recuerdes al sujeto con el pasaste la mejor noche de tu vida!—

Marissa, simplemente la mira con ceja arqueada antes de responder.

—Pues créelo, Caruso— responde— digamos, que no estaba en mis cinco sentidos esa noche—

—Pero...— se rinde— te odio, perra. Se supone que después de tu resaca, debías contarnos todos los detalles—

—Oye, ¿qué culpa tengo yo de no recordar nada?— gruñe con falsa ofensa— si quieres culpables, díselo a Dante—

—¿Qué tiene que ver el idiota de tu hermano en esto?— inquiero con curiosidad.

—El me dio el éxtasis, ¿contenta?— suspira— admito, que pasé buena noche con quien sea que me haya follado—

—No puedes estar segura de eso— replico.

La sonrisa que se forma en los labios de Marissa, me confirma que es todo lo contrario. Abro y cierro la boca, buscando una respuesta antes de sonreír de igual manera.

—Te acabaste los condones— afirmo, asiente—¿Los diez?—

—Técnicamente, sí— frunzo el ceño— al parecer gran parte donde tuve sexo, fue en la oficina de Dante—

Olivia, se parte de la risa al comprender a dónde quiere llegar. Quiero evitarlo, pero también termino riéndome.

—No me digas que tu hermano, vio los condones que usaron para profanar la vagina de su hermana—

—¡Via!— exclamamos entre risas.

—¿Cuántos fueron?— pregunto con mucha curiosidad.

Marissa, nos mira negando divertida por nuestra curiosidad acerca de su vida sexual. Pero, ha pasado una semana y no hemos tenido noticias de ella; no quería darnos la exclusiva de lo que pasó esa noche.

Dos días antes, Sevastien y Rea volvieron a Rusia. Al perecer se presentó un problema, que requería la atención de ambos. Acordamos, que nos veríamos para la exposición de Katherine, en Alemania.

—Ustedes no se cansan, ¿cierto?— inquiere divertida, negando— según Dante, había catorce condones en el suelo—

Olivia y yo, nos quedamos con la boca abierta ante su respuesta, incluso a Via se le cae el panecillo de chocolate que tenía en la mano.

—Eso...— busco las palabras— demonios, creo que ni Enzo y yo, alguna vez usamos esa cantidad de condones— la miro— te di diez—

—Y el desconocido, tenía otro cuatro— afirma Marissa— o eso creo—

—¿Crees?— arqueo una ceja.

—Conozco a Dante— rueda los ojos— estoy segura, que tiene unos cuantos condones en su cajón de su escritorio—

—O puede ser, que el tu desconocido follador haya llevado—

—Apoyo esa teoría— afirmo— quiere decir, que ambos buscaban lo mismo—

—Espera, el club debe tener cámaras de seguridad—

Olivia y yo, nos miramos con maldad planeando nuestra próxima jugada. Pero Marissa, parece prevenirlo por que no duda en aclarar con una gran sonrisa en su rostro.

Dolce amoreWo Geschichten leben. Entdecke jetzt