Karla
Le doy un trago a mi taza de café, mientras observo a Via, comerse su cuarto plato de panqueques con miel y tocino. Marissa, en cambio solamente se encarga de pedirle un cubo de basura para colocarlo a un lado de nuestra amiga embarazada.
Hace como una semana que habíamos vuelto a Sicilia, un par de días después Olivia y Marissa, sacaron la idea del desayuno pendiente más ahora que Via, tiene dudas con su embarazo, aprovecha para acribillar a Ferrara con preguntas.
-No necesito el cubo- espeta- estoy bien, de hecho; creo que podría comerme un plato más-
-No dirás eso en diez minutos, Caruso- responde Issa- es mejor estar preparadas-
-¿Leandro te dio muchos problemas?- pregunto con curiosidad.
Los ojos verdes de mi amiga-por que sí, ya la considero una buena amiga- me miran con cierta diversión. Se ríe, negando divertida.
-Demasiados- suspira- tuve que renovarle el armario de zapatos a Dante, como cinco veces-
Me río.
-Es lindo, como el idiota de tu hermano cuida, Leandro-
Una pequeña sonrisa, surge en sus labios.
-Dante, puede parecer estúpido la mayor parte del tiempo. Pero, es un buen hermano; el mejor diría- bebe un trago de café- fue mi soporte, en casi en todo el embarazo. Estaba emocionado al saber que iba a tener un sobrino a quien enseñarle sus estupideces-
El sonido de arcadas, nos saca de nuestra charla. Vemos la cabeza de Via, enterrada en el cubo de basura que Marissa, le había pedido.
-Bueno, tuviste razón- digo- creo que el monstruito, le dará varios problemas-
Ella asiente, mientras se ríe. Veo que un camarero pasa por un lado de nosotros, antes de que se vaya lo detengo; le pregunto si tiene galletas de jengibre. Cuando me responde que sí, le pido una orden para Via.
-Leí una vez, que las galletas de jengibre, ayudan con las náuseas-
Vemos a Via, perderse un buen rato. Pasan alrededor de unos diez minutos, cuando logra recomponerse, le entrego una servilleta para que limpie el sudor de su frente.
-Comienzo a odiar al monstruito- espeta- dios, ya no me gusta estar embarazada-
Marissa y yo, simplemente nos reímos.
-Pero no te quejabas en la playa nudista, Caruso- replica ella- ahora, ahí está tu premio-
El camarero trae la orden de galletas, la nariz de Olivia; se frunce ante las galletas. Le hago una señal con la cabeza, comiendo un bocado de mi pastel de chocolate.
-Te harán bien, créeme-
-No lo sé...- responde- creo que podría vomitar, todo el día-
-Se irán en un par de meses- digo
-Habla por ti, Bianchi- refuta Ferrara, en tono jocoso- hasta los seis meses, se me quitaron a mí-
-¿Qué hay de ti, Karla?-
-Via...- intenta Marissa intervenir.
Le doy una pequeña sonrisa, para tranquilizarla. Días antes de irnos a Rusia, había hablado con Olivia, acerca de lo que había sucedido, lloró como unas dos horas completas. Marissa y yo, ya no sabíamos qué hacer, hasta que llamamos a Guido, que con la sola mención del sexo, el llanto se quitó para irse con su marido.
-No, está bien...- hago memoria- realmente, no me dieron síntomas, ¿creo?- me encojo en hombros- no recuerdo haber tenido nauseas, vómitos o todos los síntomas de un embarazo. Solo noté que no me llegaba el periodo-
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Dolce amore
General FictionSaga Flores en la Mafia #4 Se dice que siempre llega alguien a nuestras vidas para salvarnos de nuestra oscuridad. ¿Que pasa cuando es al revés? Enzo Bianchi sabe que no puede deshacerse de sus demonios ni de la oscuridad que rodea su vida por las a...