Capítulo 2. Un buen día para un exorcismo

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— ¿Es enserio que esto no te da miedo? —Me preguntó mientras Itzel sentía un escalofrío.

—Mira quien lo dice, la que no cree en fantasmas, yo te protejo, sin embargo, no me gustaría estar solo mientras resuelvo el caso. —Le sonreí.

Tomamos una linterna y me adentré a la casa.

El interior estaba lleno de velas y en la entrada una antorcha apagada.

Saqué un encendedor del bolsillo y encendí la antorcha. Comencé a expandir el fuego y poco a poco, la iluminación se hacía presente, dejando relucir una extraña fachada, con un aspecto completamente tenebroso, en aquel lugar reinaba un hedor, como si alguien hubiese muerto en aquel lugar, además de un frío espectral.

Revisé los fríos pasillos en busca de algo que me dijera que sucedió en aquel lugar.

Al cabo de un rato, encontré varios cadáveres y un ritual.

Me acerqué al sitio y comencé a revisar la escena del crimen.

En ese momento, se escuchó un golpe seco proveniente de un cuarto cercano

— ¡Itzel! —Grité con fuerza.

No respondía.

Corrí a buscarla. Se escuchó su grito aterrador.

Estaba parada frente al cuarto de una niña.

—¿Qué hacías aquí? —Le pregunté mientras miraba con temor a la ventana.

Se veía la figura espectral de una niña sentada en la ventana.

— ¡Niña, aléjate de la ventana! —Le comenté rápidamente.

—Oh no... —Murmuró Itzel.

Corrí a la ventana y observé con impresión como aquella figura saltaba y desaparecía en el suelo.

—Así se te fue aquella mujer, ¿recuerdas? —Me preguntó la voz espectral.

En ese momento el suelo comenzaba a cambiar, dando la apariencia de un risco, ubicado en Veracruz, recordándome lo que pasó hace 50 años, pasó frente a mi la muerte de una chica que conocía.

Volví a la normalidad y observé a Itzel quien estaba a mi lado.

—¿Qué te sucede? —Me preguntó.

—Esa chica me recordó a alguien que conocí, te voy a contar, mientras tanto, siéntate. —Nos sentamos en la cama y comencé a relatar:

"Luego de tantos días realizando exorcismos de forma constante, aquel demonio se había apegado a una niña pequeña, su nombre, Elizabeth Cruz.

Aquella chica no soportaba cada sesión y poco a poco se iba sintiendo peor.

En esa ocasión, me sentía muy cansado.

— ¡Sus trabajos de exorcismos no están sirviendo a nuestra hija, así que, si falla de nuevo, le pedimos que mate a Elizabeth! —Me pidieron de forma tajante.

—¡Qué es lo que les pasa, acaso su hija no les importa? —Les pregunté algo molesto— ¡Ella es una chica que merece ser salvada, déjenme hacerlo, estoy cerca de salvarla!

Se cerró la puerta.

Para esto, no la tenía encadenada, ella estaba luchando con mucha fuerza y se podía controlar, sin embargo, a veces el demonio interior la hacía perder el control. Me había quedado tanto tiempo junto a ella que ahora tenía miedo de perderla.

Tomé las cosas y entré al cuarto. En esa ocasión estaba el clima muy frío.

—Veo que para mi familia solo soy un estorbo, ¿verdad? —Me preguntó aquella chica.

Historia de un exorcismoWhere stories live. Discover now