Capitulo 11. Las aguas de los sueños

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Entré en el portal y aparecí en un terreno idéntico a donde estábamos, sin embargo, estaba cubierto de una densa oscuridad. Solo estaba alumbrado por una serie de velas que se iban encendiendo, mientras andaba por un camino de pasto.

Al mirar hacia arriba, se alzó una enorme escuela.

Un rayo dejó ver una gran parte de la fachada, sin embargo, era distinto a lo que yo un día recordaba. La oscuridad que consumía la escuela de Salem, también lo hacía con todo el mundo mágico dentro de los portales, como si fuese una infección o algo peor.

—¿Qué es lo que está pasando aquí? —Pregunté en voz baja.

—Es una infección, la cual su cura se encuentra en las lágrimas de los dioses. —Me respondió un perro negro que rondaba mis pies.

—¿Tu pelaje es de ese color? —Le volví a preguntar.

—Yo estoy muriendo, es parte de la enfermedad, necesito que nos salves a todos... —El perro cayó dormido a mis pies.

Lo cargué en mis brazos hasta llevarlo dentro de las instalaciones las cuales se iluminaron.

—La escuela...—Susurré con una sonrisa.

—¿Cuántos años lleva esta escuela? —Pregunté al aire.

—Más de lo que te podrías imaginar... —Respondió la voz de Lucifer.

—¿Es enserio? —Pregunté al viento— ¿Qué es lo que pasa aquí?, ¿Quién lo está provocando?

Me transformé en lobo y lo busqué.

—Sabes extremadamente poco sobre nosotros...—Se presentó frente a Fernanda y a mí con un traje ostentoso y negro como la noche.

De su espalda salían unas alas oscuras.

—Un gusto en conocerte físicamente...—Saludé con cortesía.

Me lancé sobre él, intentando golpearlo.

—¡Eres un imbécil! —Gruñó enfadado—, ¡Yo no soy con quien deberías pelear!

Una fuerza invisible me lanzó hacia atrás.

— ¡Tu me quitaste lo que más amaba! —Exclamé con furia mientras intercambiábamos golpes.

—Yo te liberé de todos tus males, todas ellas eran golfas traidoras, ¿o no te quedó tan claro? —Me preguntó mientras tomaba mi hombro.

Al hacerlo, comencé a ver el pasado, primero con Itzel.

Recuerdo de Itzel.

— ¿Entonces crees que lograrás ilusionarlo bien y luego matarlo? —Le preguntaba una voz detrás del confesionario.

—No será un problema, pero antes, dime, ¿por qué lo odias tanto? —Preguntaba Itzel con naturalidad.

—No quiero que se convierta en un problema cuando llegue el momento de eliminarlo, es una quimera muy poderosa que si la tenemos muerta no ocasionará problemas para los intereses de los ángeles de dios. —Le confesó aquella voz.

—¿Por qué una bestia como ese tal James Talvot sería un peligro para nuestros intereses? —Preguntó con algo de preocupación.

—Él es único que ha podido derrotar a nuestros ángeles, es un justiciero, sin embargo, ha castigado a más de los nuestros.

Le explicó la voz del otro lado.

—Entiendo, Charles, estará muerto muy pronto, antes de que te promuevan como papa, el habrá muerto. —Itzel lo convenció mientras levantaba un poco la pequeña escotilla entre ambas separaciones y Charles le daba un sobre con mucho dinero.

Historia de un exorcismoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant