Capítulo 14. Lobos de guerra

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Toqué la puerta.

—Soy yo, James, ¿podemos hablar? —Le pregunté de forma suave.

Me respondió con un rugido.

—Se que la luna llena está cerca, yo también lo siento, pero en mi caso, es más difícil de controlar, déjame entrar y nunca me iré de tu lado... —Le pedí mientras ella abría la puerta.

Cerré la puerta detrás de mí y observé su cuarto, era como una madriguera.

—Explícame... —Gruñía con fuerza.

—Cuando me transformo en licántropo, la ultima vez fue muy dolorosa, tomo la forma completa del lobo, pero yo no puedo decidir en ese momento, aunque se bien la sensación que haz de sentir, si mañana aparece la luna llena, te encerraré conmigo... —Le prometí mientras me sentaba en el piso.

—No, por favor...—me pidió, estaba asustada—no quiero matarte, ni hacerte daño.

Me quité la camisa y le mostré las cicatrices que tenía en la espalda.

—Si las cicatrices son tatuajes, representan a todas las personas que he protegido, y si tengo que quedar herido para que te pueda ayudar, así lo haré...—La tomé de la mano.

—¿Por qué me es tan fácil acercarme a ti? —Me preguntó mientras sentía el frío de su mano.

—Tuvimos vidas semejantes, ahora, hay que dejar todo lo que te hizo daño atrás, concéntrate en Arcadia, ahí los protegerán. —Le sugerí con una sonrisa.

Estaba a punto de irme cuando tomó mi mano.

—No te vayas...—Me pidió— ¿po...podrías quedarte conmigo?

Sentía miedo de quedarse sola.

—Por supuesto, me quedaré contigo. —Le sonreí mientras nos acostábamos en una pequeña cueva más adentro de la habitación.

Me quedé profundamente dormido.

A la mañana siguiente.

Desperté temprano, en una pequeña ventana dentro del camarote observé los rayos de sol.

—Gracias, James, la verdad es que tengo miedo a estar sola, ahora que veo tanta gente nueva...—Me confesó con algo de pena.

—¿Por qué no vienes a la cubierta y te enseño a ser una loba de mar? —Le pregunté con una sonrisa.

Accedió. Me puse mi atuendo y subimos a la cubierta.

—¿Qué me puedes comentar de todo esto, capitán?, ¿Cómo una persona y sus tripulantes mueven un barco entero? —Me preguntó mientras se apoyaba en el barandal cerca del timón.

—Esto es trabajo de muchas personas, cada una desempeña una labor distinta, unos están encargados de desplegar las velas, otros solo cargan un cañón y lo disparan, mientras otros se aseguran de los aparejos, depende mucho de qué cargo desempeñes en la tripulación. —Le respondí mientras tomaba el timón— ¡Desplieguen las velas, suban a las jarcias!

—¿Qué son las jarcias? —Me preguntó con curiosidad.

—Las jarcias son las cuerdas entrelazadas que sirven como escaleras para los marineros, por si tienen que subir a los mástiles o a los diferentes palos. —Respondí mientras tomaba el timón y avanzábamos por las aguas.

—¿Cuántos palos hay? —Volvió a preguntar mientras se sostenía.

—Tres, el de popa, que es el palo mesana, la popa es donde nos ubicamos ahora y este es el más pequeño de los tres, le sigue el palo mayor que se ubica en el centro de la nave, aquí es donde se encuentra el carajo. —Le comenté mientras le señalaba los primeros dos palos.

Historia de un exorcismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora