Capítulo 3. El reencuentro

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Pedí que me dejara solo por un momento mientras lloraba su perdida.

—Ego te absolvo a peccatis tuis, in nomine Patris, et Filii et Spiritus Sancti, amén... —Me costaba pronunciar las palabras, no me sentía digno después de haberla perdido.

Ya no me acordaba de lo que se sentía en estos casos, una completa y profunda depresión, incluyendo un poco de soledad.

Sin embargo, siempre me acompañaba el dulce espíritu de aquella chica fantasma que conocí en la casa.

Me transformé en mitad lobo y corrí a toda velocidad hasta lo alto de una cascada con el cuerpo de Itzel en brazos.

—Finalmente, ahora podrás descansar en paz, amada mía. —Una lágrima rodó por mi mejilla.

Sentí la mano invisible de aquella chica.

—Sabes, llevo tiempo preguntándome algo de ti, ¿Cu... cual es tu nombre? —Le pregunté con una sonrisa tímida.

—Rose Evans, bueno... ese era mi nombre. —Se recogió el cabello mientras dibujaba una mueca triste en su rostro.

—¿Por qué no aparece el espíritu de Itzel con nosotros? —Le pregunté algo preocupado.

No quería contestar, sin embargo, respondió.

—Ella no te merecía ni por un segundo, su alma dejó todos los planos y se fue en paz, si bien, pudo ser salvada, ella se desintegró al momento de morir su cuerpo en el ritual. —Me comentó.

—Gracias por quedarte aquí, Rose, eres una chica muy importante. —Le sonreí.

La enterré en lo alto de la montaña y dejé unas flores en su lugar de descanso.

Volví a casa con el corazón herido y roto, me cuestionaba tantas cosas en ese momento...

"¿Existe dios?, Si es así, ¿por qué la dejó morir?"

Me preguntaba sin cesar.

Llegué a casa, me dispuse a dormir. Me sentía devastado por todo lo que había pasado.

A la mañana siguiente, tomé el baúl de recuerdos de Itzel, un error fatal.

Había montones de cartas, enviadas por un chico distinto. Había varias fotos de ambos besándose apasionadamente.

En ese momento, me sorprendieron los pasos de una persona que desconocía.

Tocó la puerta y abrí luego de bajar las escaleras.

—¿Quién eres, y que haces aquí? —Pregunté de mala gana.

—Soy... el novio de Itzel, ¿sabe si podría salir? —Me preguntó con amabilidad.

Apreté mis puños con fuerza.

—Ella nunca me había dicho que tenía un novio, que raro. —Gruñí con fuerza.

—Oye, yo lo siento, no sabía de ti. —Me respondió aquella persona quien estaba colmando mi paciencia.

—Itzel está muerta, siento decepcionarte. —Le contesté fríamente.

Aquel hombre entró a casa, empujándome con fuerza, lo cual hizo que lo tomara por el cuello.

—¿Qué es lo que te pasa?, ¿quién te crees para entrar así a la casa? —Le pregunté.

Saqué mis garras y lo llevé a la tumba.

Le mostré el cadáver.

—Murió en un ritual, y tu morirás por mis garras para estar con ella. —Apunté mis garras contra su cuello.

Historia de un exorcismoWhere stories live. Discover now