Epílogo

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—Aquí estás.

Frunzo el ceño al reconocer la voz, y me vuelvo para confirmar si se trata de él.

¿Cómo llegó aquí?

—¿Conde?

¿Qué carajos está pasando aquí?

No me digas que... ¿Charlópata me siguió? ¿Va a volver a intentar asesinarme? ¡Pero si ya me estoy yendo!

—¿Ya te vas?

¿Ah? Ah, creo que entiendo.

—Sí, ya me voy —aseguro—. Para siempre —also la voz para ser escuchada por los que están a nuestro alrededor—. Y jamás volveré. —Con disimulo miro a los lados para verificar si se me escucha.

Por algunas miradas curiosas que me dan las personas que pasan a nuestro lado confirmo que sí.

Bien, si Charlópata está viendo voy a probarle que ya no tiene que preocuparse por mí. Ya no quiero más locas en mi vida. Conmigo basta y sobra.

—No puedes irte.

¿Ahora qué está haciendo? No se supone que diga eso.

Tendré que improvisar.

—Ah, tiene razón, no puedo irme sin antes decirle que no me atrae en lo absoluto, y que lo veo como mi hermano super gay al que apoyaré en cada decisión que tome.

—¿Podrías dejar de gritar? Nos están viendo. —Luce molesto.

Doy un paso hacia atrás en cuanto acorta nuestra distancia. ¿¿No se da cuenta de que lo va a empeorar??

—¿Qué está haciendo? —le reclamo a susurros—. Su ex lo va a malentender, y yo quiero seguir viva para cuando suba al avión.

—¿De qué estás hablando? —suena exasperado—. Charlotte no está aquí, vine solo.

—Claro que vino solo, pero ella...

—Ella no está aquí —repite.

Ahora sí me perdí.

—Si no vino para probarle a su ex ex que no pasa nada entre nosotros, ¿qué rayos hace aquí? 

—Vine para detenerla de subirse a ese avión.

Frunzo el ceño, más perdida que mi vida sexual.

Recuerda que luego de diez años de inactividad se renueva tu virginidad.

Tú guarda silencio, que ya estoy bastante confundida por la presencia del conde herpes.

—¿Por qué vino a detenerme? No le debo dinero —me hago la ofendida.

—No vine por dinero, vine por ti.

Ahora no solo sus palabras me consternan, también el hecho que desde que llegó no ha dejado de tutearme. 

Esto es... escalofriante.

—¿Y qué quiere de mí? —Me abrazo para cubrir a mis temerosas nenas.

—Contratarla como mi asistente.

Bufo al causarme gracia.

—¿Esto es un deja vú? —Elevo las cejas—. Porque juraría que ya lo había sido hace un tiempo...

—Le daré un aumento.

Entorno los ojos. Esto cada vez es más sospechoso.

¿Ahora qué hizo?

—Le daré dos aumentos.

¿A poco se pueden dar dos aumentos seguidos?

—Tres aumentos —y sigue.

¿Me van a dejar amar? [Presente MVDH #2]Where stories live. Discover now