Capítulo 12: "Ah caray, no morí" [parte 2]

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¿Soy capaz de emparejar a Max con este calvo señor con tal de vengarme? ¿Soy así de vengativa e inmadura? ¿O es este el karma que me pide ayuda para que el abogado pague su deuda y de ese modo el universo se equilibre? ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería elegir? ¿El bien o el...?

Am, ya estás en el baño.

Oh bueno, supongo que me dieron muchas ganas de pronto.

Claro...

¿Qué?

No nada.

No te vas a poner de su lado, ¿o si?

¿Y perderme su reacción cuando despierte y encuentre la sensual calva a su lado?

Sabía que me apoyarías.

Solo cuando tienes buenas ideas.

Entonces, ¿debería regresar o espero un rato más?

Regresa y siéntate en el puesto del tipo como si fuera el tuyo.

Buena idea.

Yo siempre tengo buenas ideas.

Claro...

Salgo del baño y camino de regreso hasta los asientos, y lo que mis ojos encuentran es algo completa y extraordinariamente inesperado. Es que nunca en mi santa cabeza habría imaginado presenciar una escena tan... aburrida.

El señor calvo no hace nada más que leer la revista que yo había dejado en el asiento, mientras que Max continúa durmiendo como el nada bello durmiente que es. ¿Para esto ofrecí mi asiento? Esperaba más de ti, pervertido calvo, esperaba más de ti.

A regañadientes me siento en su puesto y agarro la revista que descansa en el bolsillo del espaldar del asiento de adelante. Por mi mala suerte es una revista médica con imágenes algo asquerosas... ¿Es eso un pie o una mano? Ahh es un esófago... ¡¿Y esto qué rayos es?! Ahhh un pie. Es como si estuviera jugando "Adivina el órgano vital", pero resulta que no soy muy buena en juegos de adivinanzas... o en órganos. De repente me entraron ganas de comer tallarines.

—¡Qué carajos crees que haces?! —chilla alguien a mi espalda.

Esa voz me resulta familiar así que volteo y descubro que Max no solo ya ha despertado, sino que también está enojado... con el pervertido calvo que luce... confundido. ¿De qué me perdí?

Max se da cuenta de que me asomo y al instante me encojo y cierro los ojos como si eso fuera suficiente para volverme invisible.

—Amelí, ¿qué haces ahí? —se le oye cerca así que de seguro se ha levantado.

Abro la boca con la intención de responder, pero entonces recuerdo que se supone no puedo hablar hasta que el avión aterrice, así que vuelvo a cerrar la boca y me encojo de hombros.

—¿Sabes lo que hizo este sujeto? ¡Se tomó una selfie conmigo durmiendo!

¡Qué!

Me levanto de golpe, lista para gritarle al señor, pero vuelvo a recordar el reto y me siento de nuevo.

—No entiendo por qué se pone así cuando usted fue quien me mandó esta carta —comenta el calvo, aún confundido por la reacción de Max.

Oh.

—¿Cuál carta? —le reclama—. Yo no le he escrito ninguna estúpida carta.

Doble oh.

—¿Entonces va a negar que esta carta no es suya?

¿Me van a dejar amar? [Presente MVDH #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora