Capítulo XXIII

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Los gritos de Sofía regañando a Santiago no ha sido una de las cosas más bonita que he podido oír. Parece como si un demonio fuera entrado al cuerpo de la dulce mujer.

Sofía deja de gritar y aprovecho ese momento para poder escapar de la habitación de Davi. Vine solo a buscar una muñeca y me quedé encerrada aquí sin oportunidad de salir, no por escuchar lo que le dice, si no que esa mujer cuando está enojada parece que la agarra con todos, por eso Davi tampoco subió a buscarme.

«Tambien nos quedamos para escuchar. No somos chismosas, somos detectives»

No es cierto.

Salgo de la habitación con la muñeca entre mis brazos como si fuera un bebé real, luego veo lo ridícula que me veo haciendo eso y tomo la mano de la muñeca llevándola así.

Camino hasta las escaleras, al pasar por la habitación de Santiago echo una ojeada hacia allá y lo vislumbro con los codos apoyados en sus rodillas, escondiendo su rostro entre sus manos. Me detengo bajo el umbral, él levanta la mirada encontrandose con la mia.

Puedo ver la devastación en sus ojos. Se que hay algo que lo tormenta, pero no puedo solo entrar a preguntarle. Será cuando el quiera decirme y lo apoyaré en lo que sea.

Se levanta de la cama y abre sus brazos, dejo la muñeca en el mueble a un lado de la puerta y con pequeños pasos llegó hasta él, envolviendolo en un abrazo que no se quien lo necesitaba más. Recuesto mi cabeza en su hombro y mente saca a relucir todo lo que llevo cargando desde hace años, juntándose con todo lo que está pasando ahora; el abandono de mi padre, la ausencia de mi madre todo el tiempo, el insomnio que fue mi mejor amiga por mucho tiempo junto a la simpleza, el accidente sin explicación, la situación con Thomas, el como sacar a Tyler de dónde está, los Branxtor...

Me siento tan agotada.

Quiero dormir y no despertar por horas.

Tan solo quiero dejar de culparme, de reprocharme... De pensar.

Y como si fuera una orden de mi cerebro a mi cuerpo. Mis párpados empiezan a pesar, dificultandome la tarea de mantenerme despierta, mis piernas van perdiendo la estabilidad y mi mente a darle la bienvenida a la oscuridad.

...

Mis piernas ya duelen de tanto correr, puedo ver cómo la sangre empieza a emanar de las pequeñas cortadas causadas por las piedras y vidrios en el suelo. El sudor hace que mi cara y brazos ardan a los rasguños tener contacto con el salado líquido. Mi respiración es entrecortada y siento como mi corazón martilla en mi pecho con velocidad y fuerza. Respiro por la boca aunque sé que eso es incorrecto, mientras los grandes árboles y trampas impuestas en el lugar.

Skate.

Un jadeo sale de mi garganta seca al oir su voz en la lejanía. Aumento la velocidad de mis pasos mirando repetidas veces hacia atrás aunque sé que está a metros de mi, pero escucho sus pasos en todos lados.

Corro con desesperación y esperanza de poder escapar, por fin poder escapar.

Me detengo abruptamente al ver el riachuelo frente a mi. Para poder escapar necesito pasarlo, pero la corriente es muy fuerte. La luz de la luna ilumina en las aguas cristalinas dándole un aspecto hermoso y mágico, igual a los libros que me leía mamá, pero no debo caer en el hechizo, lo más hermoso es lo más peligroso.

Al otro lado del riachuelo es de día, doy un paso sintienfo la tibieza de las aguas y no siento más dolor en mi pie.

Observo a una niña recostada de una enorme roca cerca de las aguas, su cabello suelto se encuentro aplastado contra su espalda y la piedra, pero puedo ver sus puntas tocar la grama en donde está sentada. Veo el libro en sus manos, no se cuál es, pero es muy grueso y no creo que sea un libro de cuentos. Su cabello forma una cortina evitando que vea su rostro, los rayos del sol pegan es este haciéndolo ver muy brilloso.

BranxtorWhere stories live. Discover now