capitulo 5

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El verano había llegado, si señor. Chicas con falda corta, helados, granizados, playa, chicas en bikini, piscina, sol, calor, chicas en topless. Si, el verano era la hostia, una estación de puta madre, la polla en vinagre, por supuesto y todo el mundo estaba de acuerdo… todo el mundo menos Gerard Way.

- ¡¡¡¡AHHHHHHHH!!!!- se tiraba de los pelos, una suerte que fueran lo suficientemente largos gracias al consejo inservible de un tal Iero.- Odio el verano, ¡¡lo odio!!- gritó desde su escritorio.

- ¿Por que?- preguntó Mikey que se había asomado por la puerta con las gafas de bucear en la cabeza y el bañador de flores hasta las rodillas.

Gerard lo miró con cara de odio. En otra situación se hubiese reído, se hubiese partido el culo (no literalmente) al ver las pintas de su hermano, porque era para reírse, y es que Mikey podía ser lo que tú quisieras pero sentido de la moda no es que tuviese mucho. Aparte del look más visible, había que sumar que a su cuerpo esmirriado y enclenque se le había añadido una capa espesa de crema solar que sonaba a espachurramiento cuando se movía lo mas mínimo; bajo el brazo, y por tanto pingándola de crema, llevaba una colchoneta verde de cocodrilo, no sin olvidar el tubo de respirar que le colgaba de las gafas. Si, si no fuese su hermano Gerard juraría que Mikey se había vestido así solo para ser objeto implacable de burlas. Pero esa vez no, esa vez Gerard no estaba ni para risas ni para burlas ni para hostias. Gerard estaba muerto de asco, con el solano pegándole en la cara desde la ventana, oyendo a Ray pitar para que Mikey bajara de una vez para ir a la piscina y él allí, a hincar codos, a empollarse un millón y medio de pintores, escultores, arquitectos y las madres que los parieron a todos. Así que no, no estaba para bromas.

- Mikey, haz el favor y vete ya… ¡¡¡o te juro que te comes el libro de arte renacentista ya!!!- le gritó y Mikey huyó como una lagartijilla.

Nada más salir de allí Gerard pegó un cabezazo en el escritorio. No, no le dolió, la cantidad ingente de folios amortiguó el golpe. Suspiró y volvió a lo que debía. Esperaba que todo eso diese su fruto algún día, o si no juraba construir una maquina del tiempo para volver a aquel justo momento y matarse…. Por desgracia ningún Gerard del futuro apareció y tuvo que seguir estudiando.

A unos kilómetros de allí los otros tres disfrutaban como críos en la piscina de la familia de Ray.

- Joder, tío, que callado te lo tenías.- dijo Frank, sacando la cabeza del agua.- ¿Eres rico o qué? Que pedazo de casa.- y la verdad era que llevaba razón, no en lo de rico, sino en la casa. Era un apartamento considerablemente grande en la playa, con piscina olímpica, o al menos para ellos lo parecía, en el jardín privado. Solo para ellos, para nadie más.

- Que va…- dijo Mikey, adelantándose a la explicación de Ray.- Es que la familia de Ray es en realidad una de las cabezas mas importantes de la mafia puertorriqueña. Controlan el paso de toda la droga que te puedas imaginar, que si coca, que si speed, que si setas alucinógenas… ya sabes. Lo único malo es que a veces llegan helicópteros y empieza la ráfaga de balas, tu sabes, metralletas, serán ignorantes… lo que podrían haber logrado ya si tiraran bombas desde el primer momento.

- Ehh… ¿eso va en serio?- lo había dicho tan serio y convencido que Frank se había empezado a poner pálido.

- Claro.- dijo totalmente seguro, y probablemente hubiese dicho más cosas, si no fuese por que una mano sobrevoló su cabeza, pegándole y hundiéndolo bajo el agua, sujetándolo allí.

- Evidentemente no es cierto, Frank.- dijo Ray con cara de desear matar a Mikey.- Mis abuelos compraron unos terrenos cuando llegaron a Estados Unidos, luego se revalorizaron, vendieron y este es el resultado… pero obviamente inventarse cosas es mas divertido.- miró a Mikey, que pataleaba bajo el agua.

Uno (frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora