capitulo 21

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Cuando Ray abrió la puerta se encontró con un Gerard devastado, sosteniéndose apenas en pie y totalmente morado, sin poder respirar, ahogándose en sus propias lágrimas. Tuvo que recogerlo casi del suelo en el momento en que se desvaneció ante él, apoyándolo sobre su hombro para poder llevarlo a la sala y poder averiguar que demonios estaba pasando. Tenía que ver con Frank, no podía ser ninguna otra persona, solo Frank tendría a Gerard al borde del colapso. Apenas pudo caminar hasta llegar al sofá donde se desplomó. Ray lo ayudó a recostarse y lo dejó allí tumbado, aún convulsionando y con las manos cubriéndose la cara, solo para ir a buscar un poco de café caliente que lo ayudase a hablar.

Ni siquiera atinó a colocar los dedos alrededor de la taza, haciendo que esta se precipitara contra el suelo nada mas levantarla de la mesa. Gerard volvió a echarse las manos a la cabeza mientras Ray lo tranquilizaba y le restaba importancia. Esperaba que se calmase un poco mientras él recogía todo aquel desastre, pero la espera fue en vano. Ya no pudo esperar más, las cosas tenían que arreglase y había que dejar a un lado los miramientos. El no era una persona extremadamente afectiva, pero Gerard era igual que uno de sus hermanos, no podía verlo de esa manera. Se sentó a su lado y lo agarró con fuerza, abrazándolo contra el mientras ponía una mano en su cabeza. Solo entonces, con la cara enterrada en la blusa de Ray, Gerard empezó a hablar.

- Se lo han llevado...- dijo con la garganta obstruida.

- ¿A quien, Gee?- preguntó de forma suave, intentando ser claro y no perturbarlo mas de lo que ya estaba.

- A Frank, Ray, a Frank... a Frank...- dijo temblando, agarrándose como si le fuese la vida en ello a la tela.

- ¿Quién se lo ha llevado?- preguntó tomando aire, intentando entender la situación.

- La policía, joder...- se llevó las manos a la cara, volviendo a convulsionar.- Joder, me cago en la puta...

- Gee, eh, Gerard...- le agarró la cara con las dos manos, intentando sostenerle la mirada.- Cálmate... vamos... respira, cuéntame...

- ¡¿Qué coño respira, Ray?! ¡Que no está, joder!- gritó haciéndose daño en la garganta, las lagrimas corriendo como torrentes por su cara, las mejillas rojas y las manos pálidas.

- ¡¿Qué ha pasado, Gerard?!- lo zarandeó por los hombros, intentando que entrase en razón, si es que era posible.

El moreno solo dejó la cabeza caer sobre el pecho de su amigo, sintiendo como las nauseas se arremolinaban en su garganta. No podía decirlo, no podía nombrarlo. Que esas palabras salieran de su boca significaría el fin de todo. No podía...

- Gerard...- le susurró, poniendo una mano sobre su pelo, intentando calmarlo.- Por favor, si no me dices nada no podré ayudarte...

- No puedo, Ray... yo...

- Gerard...- dijo, mientras con cuidado le levantaba la cabeza de su pecho para volver a encararlo.- Tienes que decírmelo. Tienes que confiar en mi.

El mayor suspiró, tragando hondo antes de empezar a sopesar lo que acarrearía todo lo que le iba a contar a Ray, si es que se lo iba a contar. No era plato de buen gusto, no le gustaba para nada, la verdad, pero no tenía ni idea de que otra cosa hacer. ¿qué opciones le quedaban? Debió haberlo pensado desde el primer momento, debió haberse dejado de temores estúpidos y haberse puesto a pensar en que demonios haría si alguno de esos temores se llegase a cumplir algún día. Ahora era tarde... quizá incluso era demasiado tarde, tarde para todo.

- ¿Podemos irnos a algún lugar?- preguntó con la voz ronca.- No quiero... no quiero que mi hermano se entere de esto... si fuera posible.

- Como quieras.- dijo sin mas, cogiendo las llaves del coche y yendo hacia la puerta mientras Gerard lo seguía con la cabeza gacha arrastrando los pies.

Uno (frerard)Where stories live. Discover now