capitulo 12

3.4K 277 478
                                    

Tres semanitas en prisión tenían a Bert un tanto resentido con Gerard. Su mascota no se había portado bien y estaba deseando darle una lección. Era tarde y necesitaba una ducha con urgencia, pero pronto encontraría la manera de enseñarle al pequeño Way como comportarse con sus superiores. Sabía donde vivía y tenía a gente de sobra para que vigilara los movimientos de el puertorriqueño y el hermano raquítico. Además de eso, cierto pajarillo le había dicho que Frank Iero había vuelto a rondar a su mascota, otra razón para reprender a Gerard por no mantenerlo informado.

Con un poco de suerte conseguiría matar dos pájaros de un tiro.

Bert llevaba años guardándole rencor a Frank por lo ocurrido en el instituto. Aquel maldito día significo un punto de inflexión en su vida. Antes de aquello su vida era sencilla, se divertía torturando al mayor de los Way de una forma nueva cada día, era el crío más fácil que se había echado a la cara jamás, y eso le gustaba. Pero llegó Iero, y con él el descalabre de todo.

Nadie se había atrevido antes a acusarlo de una pelea, pero Iero si, lo que provocó que lo expulsaran del instituto. Bert había pasado de familia en acogida a familia en acogida durante casi toda su vida. A los 10 años su padre murió de sobredosis y de su madre nunca se supo nada, así que McCraken se pasó su vida haciendo lo que sabía hacer como desecho social que era: dar problemas. No consiguió encajar en ninguna familia del todo, y cuando ocurrió lo del instituto la familia de aquel momento decidió que era la gota que colmaba el vaso. Volvieron a deshacerse de él y Bert juró que sería por última vez. Dejó el instituto para dedicarse a lo que sabía hacer, ya era mayor de edad así que empezó a vivir por su cuenta, siempre acechando a Gerard ya que el enano se fue a los pocos meses.

Vio el cielo abierto cuando Alicia le contó que había problemas en la casa de los Way y que Gerard estaba empezando a engancharse a los antidepresivos al no poder sobrellevar la tensión en su casa. Lo esperó a la salida de la academia, intimidándolo y forzándolo a ir con él. Ray estaba en Puerto Rico y Mikey solo existía para Alicia, así que convencerlo de que estaba solo y que solo él le tendería una mano no fue muy difícil. Gerard no es que fuese una gran cabeza pensante y, después de convencerlo de la primera raya, se convirtió en un pelele perfecto de manejar.

Gerard hacía cualquier cosa que Bert le dijera, cualquiera. Solo necesitaba colocarse lo suficiente para no recordarlo al día siguiente, aunque para eso estaba Bert, para recordárselo y de camino mermarle un poquito más la moral. En la vida hay muchas personas que viven de alimentarse de la vitalidad de otros, y así era Bert McCraken, el hombre más feliz del mundo siempre que llevase al lado a un Gerard Way hecho polvo.

Pero otra vez Iero, otra vez jodiéndole la vida, volviendo de donde quiera que estuviese para devolverle la cordura a Gerard. Entonces de pronto Gerard parecía que volvía a ser un poco más persona y eso no lo podía consentir. Sabía que le debía dinero a su madre, así que arregló unos cuantos hilos para conseguir la pasta de la peor manera posible. Si lograba que Gerard se inmiscuyera en una paliza a una chica su mente se quedaría tan jodida por la culpa que volvería a ser su marioneta para los restos.

El resto era historia. Gerard no pudo con ello y Bert acabó entre rejas gracias a cierta chica que debió ocupar el lugar en el que Gerard acabó esa noche.

Frank sintió un escalofrío y se tapó con las sabanas. Presentía que algo no andaba bien. Abrió los ojos y vislumbró en la oscuridad el dibujo de Gerard de su alter ego como superhéroe. Volvió a cerrar los ojos y suspiró. Esperaba que todo fuese bien. Consiguió dormirse de nuevo con el repiqueteo de la lluvia en la ventana.

Por la mañana el día amaneció menos nublado de lo que se esperaba y Frank se levantó contento y apresurándose para ir a buscar a su niña. El taller aún no estaba abierto, pero le dio igual, llamó mil veces a Bob por el móvil hasta que lo despertó, y lo volvió a llamar otras mil veces hasta que accedió a bajar para abrirle el taller.

Uno (frerard)Where stories live. Discover now