00. El inicio

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Lucius Malfoy no sabia qué hacer ante esta situación que se le a salido de las manos.

La angustia, la desesperación y el terror bailan dentro de aquellos ojos grises penetrantes que se caracterizaban de transmitir muchas veces odio y desprecio, pero que ahora, solo se deslumbra el miedo ante las personas que están plantadas alegres frente a él disfrutando de su frustración.

— Dime, mi querido Lucius— la voz silbante de su señor lo hace estremecerse. Quiere cerrar los ojos pero sabe que sería restarle momentos valiosos a su vida por lo que decide simplemente agachar la cabeza, — ¿creíste que no me enteraría como uno de mis mejores mortifagos se a atrevido a traicionarme? ¿Acaso me has subestimado, Lucius?.

— No, mi señor— se atreve a contestar. Los demás mortifagos abuchean y gritan palabras de odio hacia su persona. Si tan solo ellos supieran el motivo de sus acciones, que lo había hecho para proteger a su familia, para poder darle un futuro seguro y prestigioso a su pequeño hijo. Él sabía que unirse a esa banda de dementes era una mala idea, pero la promesa de poder y gobernar sobre aquellos a quien llamaba "sangre sucia" eran las cosas más tentadoras y él, en un lapso de ceguera, accedió a las exigencias de su padre a seguir al quien se hacia llamar Lord Voldemort.

Narcissa y él creían en los ideales de aquel Lord, aquellos impuros que han venido a invadir y a modificar nuestro mundo en un intento de adaptarlo para su comodidad; siendo ellos parte de dos de las familias pertenecientes a los sagrados veintiocho era fácil dejarse guiar por alguien que está de acuerdo con sus pensamientos. Pero tras vivir más aquella guerra, las muertes y torturas, se dieron cuenta que estaban alado del bando equivocado.

— No te mataré Lucius, no por el momento— alzo la cabeza asombrado por lo que su, hasta ahora, señor decía. Una chispa de esperanza se formó en su pecho... misma qué desapareció segundos después al ver cómo uno de los mortifagos jalaba de una cadena por donde su esposa estaba siendo arrastrada y encadenada por las manos, — no antes de que veas lo que les sucede a las personas que deciden traicionarme.

Vio cómo empujaban a su esposa al piso unos metro frente a él. Su aspecto, siempre impecable, había desaparecido; su cabello lacio y peinado estaba despeinado, manchas de maquillaje y tierra manchaban su rostro, y su vestido, aquel que había comprado en su salida a Francia, se encontraba rasgado y sucio. Pero no se dejaba amedrentar, siempre con la frente en alto y observando a todos con esos ojos grises fríos y juzgadores. Ante los ojos de Lucius, Narcissa se seguía viendo hermosa. Hizo el ademán de levantarse para ayudarla cuando unas cuerdas lo ataron por detrás y un hechizo hizo que se quedara de rodillas en medio de la sala de Malfoy Manor.

Crucio— un rayo rojo salió de la varita de Voldemort e impactó de lleno en Narcissa haciéndola perder todo porte de seguridad. Los gritos desgarradores no se hicieron esperar, siendo escuchados en cada rincón de la mansión junto con el sonido de la cadena que la mantenía cautiva impactar una y otra vez en el suelo en un acto de desesperación para avisar que parece.

Forcejeaba, gritando una y otra vez el nombre de la mujer que amaba, pero un hechizo silenciador causó que sus súplicas no fueran escuchadas. La figura de su esposa se fue nublando por culpa de las lágrimas que empezaban a formarse dentro de sus ojos y que solo pudiera ver un manchón borroso retorcerse frente a él.

Sintió como si fueran horas, en donde lo único que había era la voz de Narcissa pidiendo piedad, esa voz que poco a poco se hacía cada vez más lenta y baja hasta el punto que solo se podían escuchar murmullos.

Taking care of a little dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora