17. Compañeros peludos

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Una de las cosas que hacían a un abuelo un buen abuelo, era la norma de ir en contra de las normas impuestas anteriormente por los padres. El tener un nieto era sinónimo de la palabra malcriar, darle todas las cosas que no le dieron a sus propios hijos en su tiempo. Hasta él fue un niño malcriado por su tía abuela.

Solo quería darle a su nieto un bonito regalo y pensó que una mascota sería la cosa perfecta, aún con las advertencias de los padres de Draco y de su padrino, alegando de excusas que el muy amablemente ignoró. Debió escuchar a Remus y Severus con respecto a esto.

Cuando era niño y vivía una infancia feliz a lado de sus padres sin pensamientos de conquistar el mundo, había tenido una mascota regalo de su tia-abuela Bathilda. Un gato, para ser específico, al que nombró dürfen. Era perfecto. Blanco, mullido y malhumorado. Aún con su escasa edad, Draco mostraba la capacidad e inteligencia suficiente como para mantener un animal a su cuidado y además sería un perfecto compañero de juegos para que su nieto no se sintiera tan solo. Así que, usando una carta en nombre de Albus y sacando dinero de la bóveda Grindelwald, compro un animal en la tienda de mascotas.

Un suave y esponjoso hurón blanco.

Espero toda la semana para entregárselo en una caja de regalo a Draco, con miradas enojadas de su hijo, resignación por parte de Lupin y admiración por parte de Black, que tenía una expresión de idiota como si nunca hubiera visto un mustela. Valió la pena al ver como los ojos bicolor resplandecían al tener a la bolita blanca en sus brazos sosteniéndolo con delicadeza.

— ¿Como pretendes llamarlo, Draco?— Gellert también sonreía con ternura y suficiencia al convertirse en el abuelo favorito del pequeño rubio. Que sufra McGonagall.

— Draco apenas puede decir una frase con tres palabras y le preguntas sobre nombres para hurones— masculló su hijo en susurros malhumorado. Mis padres le dan a mi ahijado un hurón como regalo cuando OBVIAMENTE no lo pidió pero cuando YO pedí una mandicora de navidad cuando tenía 12 me dijeron que era demasiado grande para el trineo de Santa.

— Tienes razón, Severus— asintió Grindelwald en entendimiento,— ¿Que te parece Schneeflocke?— sugirió con una sonrisa.

Draco solo parpadeo sin comprender.

— Menudo trabalenguas hasta para mi— dijo Sirius con humor tomando al animalito de las manos de Grindelwald,— ¿Que significa?

— Con mi escasez aprendizaje en Alemán, tengo entendido que significa "copo de nieve"— respondió Remus viendo al hurón siendo cargado por su pareja con curiosidad.

— ¡Copo!— chilló Draco, eligiendo un nombre para su nuevo amigo.

Después de eso, Draco decidió sacar a pasear al recién bautizado copo con él por los pasillos del castillo, como siempre hacían cuando Albus, Minerva o Severus estaban ocupados en sus asuntos escolares.

Mientras caminaban por uno de los pasillos más altos del castillo, Peeves (el insoportable e insufrible poltergeist) atravesó una de las paredes, riendo y cargando un globo de agua, y dejó caer el proyectil por encima de sus cabezas. Reaccionó a tiempo para lanzar un escudo impermeable y evitar ser empapados, pero por desgracia, al pequeño copo fue salpicado por unas gotas sobre su pelaje.

El animal chilló asustado por la explosión y las risas escandalosas del poltergeist, que retorciéndose logró zafarse del agarre de Draco y salir corriendo despavorido por el pasillo.

— ¡No, copo!— grito Draco, empezando a correr tras su nueva mascota y dejando atrás a Gellert, quien no se había dado cuenta de eso por andar peleando con Peeves.

Taking care of a little dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora