30. Un poco tarde para arrepentirse

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Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza sobre su espalda, mojando su camisa y haciéndola pegar en su piel provocando escalofríos. El agua entraba en gotas en sus ojos y rodaba desde sus brazos hacías sus manos, haciendo que la mano que tenía sujeta resbalara lentamente.

— ¡¡Sujétate Blaise!!— grito Draco, una mirada suplicante a su amigo que colgaba hacia el vacío.

— N-no creo poder resistir más amigo— Blaise, con su cuerpo suspendido y una herida en el costado derecho, habló con un susurro. Un hilo de sangre caía como cascada desde el acantilado hacia los árboles de pino bajo sus pies. Un rayo cruzó el cielo he iluminó la sangre escarlata en la copa de los pinos.

— ¡No digas eso! Tienes que aguantar. ¡Por mi! ¡Por Cedric!— lágrimas rodaron por sus mejillas.

— Di-dile a *tos* a Diana que *tos* que la amo y *agarra aire* siempre la a-ame.

— ¿A pesar de que se casara con el príncipe Carlos?

— Apesar de todo. ¡La amo!— su mano morena empezó a resbalar de los dedos pálidos de Draco,— Te quiero, mi amigo.

Y se soltó

— ¡¡No Blaise!!

El cuerpo de Blaise desapareció entre la frondosidad de los árboles, desvaneciéndose poco a poco por la culpa de la lluvia. Otro rayo cayó, lo que permitió ver lo último de su mejor amigo, una sonrisa de paz.

— ¡¡¡Blaise!!!

Entonces las luces se encendieron, dejando ver a un Sirius desconcertado en la puerta viendo confundido a los niños en la habitación, uno con sus brazos colgando sobre la cama y el otro tendido en el suelo con la boca abierta y la lengua fuera como un cadaver de caricatura.

— ¿Porque él cadaver?— preguntó Sirius

— ¡Papá!

Sirius se rió y alzó las manos para marcar paz. — Lo siento, lo siento. Venía a decirles que la pizza acaba de llegar.

Los niños no esperaron dos veces. Salieron a trompicones del cuarto olvidándose de su juego y hacia las escaleras, bajando apurados hacia la cocina en donde Remus los amonestó por correr en las escaleras pero esperándolos con platos con pizza y ensalada.

Era viernes y era común que los dos mejores amigos hicieran pijamadas en las casas de otros, tradición que comenzó desde que se conocieron hace tres años. Era su momento de convivencia y juegos ya que pronto comenzarían la primaria; donde Draco diría adiós a la educación mágica para comenzar con su educación en la escuela muggle en donde Remus era maestro.

Hace un mes fue en casa de Blaise, en donde se les había unido el hijo menor de la vecina Weasley. Este día les tocaba en el hogar de los Lupin donde era el lugar favorito de los niños porque podían jugar en su lugar secreto. Además, Remus y Sirius eran un poco más permisivos dejándoles jugar en el bosque (siempre y cuando se mantuvieran dentro de las protecciones, claro).

Eran las pijamadas mensuales. O como decían los niños:

"reunión de magos malvados para conquistar el mundo"

Eso era la influencia de Gellert en Draco, estaba seguro.

Bajo las escaleras escuchando la platica de Draco tenía con Remus sobre su juego y su gran historia mientras Blaise solo afirmaba mientras tenía la boca llena de pizza de pepperoni. Se aguantó la risa ante las ocurrencias que escuchaba de su cachorro y no pudo evitar la pequeña sonrisa de orgullo.

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⏰ Última actualización: Apr 22 ⏰

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Taking care of a little dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora