02. Problemas que resolver

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Veía desde el pequeño sofá-cama de la habitación hacia la camilla en donde estaba Remus dormido. Draco estaba acostado en su pecho quien se acurrucaba más al cuerpo contrario buscando el cómodo calor.

Eran las cuatro de la mañana y en toda la noche no pudieron cerrar ojo, atentos a todo lo que pasaba con respecto a Draco. Una sanadora había venido a media noche a darles un ungüento para aliviar sus ligeras quemaduras y avisarles que la respiración del joven Malfoy estaba siendo más rápida y frecuente, lo que les permitió por fin sacarlo de la incubadora y suspirar aliviados.

La reacción de Sirius al tener de nuevo en sus brazos a su sobrino fue melancólica. En el rescate no tuvo oportunidad de escrutarlo bien, por obvias razones, pero ahora que estaba fuera de peligro lo detalló bien. Era la copia exacta del idiota de Lucius, con las típicas características que diferenciaban a todos los Malfoy, pero cuando abrió los ojos pudo apreciar el color de los de su prima, unos ojos grises claros distintivos en la familia Black.

Pero sin duda, la mejor reacción fue la de su novio Remus. El castaño al tenerlo por primera algo en su pecho se agitó. Era la perfecta imagen de una madre conociendo por primera vez a su cachorro. Remus observaba  embelesado a su sobrino y este último le devolvía la mirada, examinando al nuevo rostro que lo miraba con cariño.

A eso de las dos de la mañana, Draco empezó a llorar. Creían que era por sus heridas, volviéndolos locos buscando alguna poción que los ayudara para calmar al niño, pasado media hora descubrieron que era porque tenía hambre y le pidieron a una encargada si podrían traerles un biberón con leche. Draco solo los miro mientras bebía de la leche tibia y emitió un sonido que pudo interpretarse como una risa. Maldito mocoso que se divierte con su sufrimiento.

Para su suerte, después de que Draco haya terminado de comer, se recostó en el hombro de Lupin y se volvió a dormir.

Remus sobaba inconscientemente la espalda del pequeño rubio para evitar que despertara. El niño abría y cerraba sus manitos también, el succión de su chupete era tranquila junto su respiración. Tenía el lado derecho de su rostro recostado en el lado izquierdo del pecho de Remus escuchando los latidos constantes y relajantes de aquel hombre quien le ayudaba a mantenerlo con sus párpados cerrados.

Una escena de lo más encantadora.

— ¿Sirius?— preguntó Remus. El nombrado se sobresaltó y se sonrojó por haber sido descubierto.

— Estoy aquí Remus, ¿que necesitas?

El castaño frunció el ceño al ver la hora en el reloj de pared. Estaba apunto de amanecer y Sirius al parecer seguía despierto. Afirmó al niño que dormía en su pecho y con cuidado se levantó de la camilla para sentarse en el sofá-cama.

Remus separó un poco a Draco para entregárselo a Sirius. El pelinegro salto en su asiento y se apresuró a tomar al rubio en sus brazos. El bebé se removió un poco acomodándose mejor para después seguir durmiendo.

— ¿Para que me das a Draco? ¿Sigues cansado?— había un dejé de preocupación en su voz. Tal vez se había arrepentido en adoptar a Draco por lo pesado que era, pensó.

— No Siri, no estoy cansado— soltó un suspiro, — te di a Draco para que pudieras descansar. Estoy seguro que con él en brazos no le pasará nada y tú estarás tranquilo— sonrió al ver cómo Sirius soltaba un bostezo largo y cansado.

Hizo una mueca, dudando de las palabras. Su vista viajó al bebé que tenía contra su pecho. Se le veía tranquilo y sin muestra de algo que le causara dolor, tenía su cabecita recostada en su hombro donde le llegaba fácil el aroma a shampoo de bebé y talco junto una pizca de miel por el ungüento para quemaduras.

Taking care of a little dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora