𝑫𝒆𝒖𝒙

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El despertador sonó a las 9:00 am, alterando el sueño del gran alfa, el cual gruño por la interrupción de su preciado descanso, anoche habían llegado a casa muy tarde, el trabajo parecía no acabar jamás, cada vez tenían más casos; sus pequeños hijos habían caído rendidos a las 11:00 pm, y todavía los tuvo ahí por cuatro horas más, acostaditos en la cama que había en la oficina que estaba adaptada para ellos.

Se sentía tan mal padre, sus hijos no merecían esto pero no le quedaba otra opción, era eso o nada.

Debía levantarse y preparase para poder llevar a sus hijos a desayunar, hoy era sábado lo que significaba . . . Panadería.

Se levantó y entró al gran baño que había en su habitación, abrió la llave de la regadera y se comenzó a desvestir tirando su ropa a un cesto que había en la esquina, se metió bajo la ducha artificial, permitiendo que el agua de deslizara a lo largo de su cuerpo relajandose con el tacto.

Tardó alrededor de 15 minutos en terminar de bañarse, al salir se vistió, muy casual, su estilo favorito. A él no le gustaba mucho usar traje, pero los toleraba por el trabajo.

Fue a la habitación de Camille, se adentró en la habitación, caminó a la cama y se sentó al borde, comenzando a acariciar el rubio cabello de su hija.

–Linda, alfita, ya es hora de despertar– llamó con la voz más suave que podía hacer –vamos a ir a desayunar ¿si?

La niña soltó un gruñidito, ella quería seguir durmiendo.

–Hoy es sabado, ¿iremos a la panaderia?

Oh, pan.

Bien, solo por eso se levantaría.

–Hola papá–dijo aún con sueño

–Hola bonita, anda ve a ducharte– aquí venía el drama en 3 . . . 2 . . . 1

–Pero papá– alargo la "a" –Ayer me bañe, me voy a hacer pequeñita como la barra del jabón.

Era tan ingeniosa, pero no iba a ceder.

–Anda señorita a la ducha, sacare tu ropa.

La niña bufó y se metió en el baño, el alfa fue hasta el gran armario que había en la recamara y saco un pantalón recto de tela suave color azul bebé y una playerita con muchos arcoiris pequeñitos.

Esperaba que a su hija le gustara lo que eligió, si no tendría que cambiarlo por algo que ella quisiera.

–¡Camille, deje tu ropa en la cama!

Salió y fue a ver a su hijo menor, Jules, lo encontró sentadito en el centro de la enorme cuna, viendo sus piesitos mientras los movia de un lado al otro.

–Hola J. Buenos días.

Él sabía que no recibiría respuesta, jamás lo hacia, su hijo no hablaba demasiado, solo sabía decir "papá" y lo hacía muy ocasionalmente. No era normal, el niño ya tenía 3 años, y que no hablara era preocupante.

–Debemos bañarte para ir a desayunar, iremos a la panadería– los ojitos del niñito se iluminaron con la mención del lugar.

Amaba el pan.

Sacó al niño y lo llevo a la ducha, ya no había tiempo de bañarlo en la tina, su hija iba a comenzar a decir "papá, ya. Ya papá, vamos papá, se va a acabar el pan" y cosas de ese tipo.

Se apresuró a enjabonar al niño y a tallar su cabellito con el jabón olor a miel. Cuando termino lo envolvió en una toalla esponjosa con dibujos de leones y lo sentó en el cambiador mientras buscaba la ropa, le colocó el pañal, si pañal, a los tres años, bueno no nos centremos en eso; lo vistió con un pantalon lila y una playera verde que tenía una ranita con un sombrerito.

Lo terminó de vestir justo cuando su hija entro al cuarto gritando.

–¡Papá ya vamonos!– traia todo su cabello hecho un nido, no la iba a sacar así.

–Cielo, ve a cepillar tu cabello porfavor–

–¿Me vas a peinar?–preguntó esperanzada, la ultima vez que estuvo peinada fue unos días antes de que su madre muriera.

–No–su voz se torno tosca– cepillate y ponte una diadema– termino de decirle, la niña un poco triste fue a su cuarto pot el cepillo.

Unos minutos más tarde los tres alfas estaban subiendo a la camioneta de Louis, pasarían por té y café para todos y después irían a la panaderia.
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Harry estaba apunto de salir de su casa, pero no encontraba sus llaves, Mitch no estaría en la tarde para poder abrirle, debia de encontrarlas ya ó se le haría muy tarde.

–¡Mitch, tomé tus llaves!–gritó, él llegaría antes al departamento que su hermano no hay problema.

–¡Bien!– eso fue lo ultimo que escuchó pues salió disparado hacia su trabajo.

Tuvo que caminar, más bien correr hasta su trabajo, el tenía un empleo en la panadería, normalmente solo iba de lunes a viernes, pero el jueves tuvo que faltar pues tenía cita en el hospital y hoy tenía que reponer ese día que faltó.

Al llegar al bonito establecimiento se quitó la gran chamarra de mezclilla y se puso un delantal. Él trabajaba ahi gracias a Marie, la dueña, ella le dió empleo hace un mes, pero se conocian desde antes, Harry solía venir con su familia durante mucho tiempo. Asi que cuando la señora se enteró de lo ocurrido le ofreció el empleo y el chico lo tomó sin dudarlo.

Saludó a todos y Marie le pidió que cubriera el lugar en el mostrador, el aceptó sin problemas, no había mucha gente a esa hora, era bastante temprano. Estaba cayendo dormido cuando escucho la campana de la puerta y se recompuso rápidamente.

Era una familia de 3, un alfa, y los que parecían ser sus hijos, alfas también, el alfa era bastante guapo y su aroma era dominante, justo como le gustaba, pero nadie debia saber eso.

–¡Louis, niños!¿Cómo estan? Tiene mucho que no los veo– llegó la dueña entusiasmada.

–Hola Marie, nos vimos la semana pasada.–rió levemente –Camille ¿no tienes algo que decir?

–Uh hola Marie– saludo con una voz muy bajita y mientras veía sus deditos temblorosos.

A Harry se le achico el corazón con la escena, la niña se veía muy nerviosa.

Escuchó que dijeron que traían té, Marie cerro la tienda y llamó a todos para desayunar, él no se acerco.

Harry vio como todos sus compañeros se acercaron a sentarse con la familia, en eso llegó la pequeña niña de hace rato y lo saludó moviendo su mano.

–Hola, ¿qué sucede?– su tono fue suave y armonioso.

–Ho-ola, ven a desayunar– la niña olía a alfa, era una alfa, ¿por que se comportaba así? Generalmente los alfas son bastante confiados.

–Gracias por la invitación, pero hoy no traje desayuno– él había planeado ir a comprarlo más tarde.

–Papá trajo mucho— estiró tímidamente su manito para que el omega la tomara, y así lo hizo Harry.

Se dirigieron a la mesa donde todos estaban, Harry podía sentir como la pequeña mano sudaba levemente.

Al llegar la niña solto su mano y fue corriendo hacia su papá.

–Buenos días– saludo a la familia.

–Buenos días–el alfa leyó su gafete que estaba en el mandil –Harry.

"Lovie" Where stories live. Discover now