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Artista imagen multimedia: taffydesu (twitter)

Adora era apodada como "la gringa", por todos sus amigos, a pesar de que hablaba español fluidamente, a veces decía algunas palabras con acento "gringo" que la delataban sin querer. A pesar de todo, la diferencia cultural no le afectó tanto, acostumbrándose rápidamente al ambiente latino y adaptándose a tal punto que nunca pensó en regresar a su país natal.

Se había mudado con su abuela Razz luego de la trágica muerte de su madre Mara en un accidente, a los 14 años, y aunque al principio no entendía ni jota de lo que le decía Razz, gracias al colegio fue comprendiendo poco a poco el español. Habían transcurrido casi 12 años desde ese entonces, gracias al fútbol había conseguido una beca en una universidad prestigiosa, en la cual estudió Ciencias del deporte y actividad física.

Pero Adora pensaba especializarse aún más, por lo que estaba pensando en la posibilidad de estudiar también Fisioterapia. Por fin había conseguido un trabajo estable en un gimnasio, como entrenadora, gracias a un contacto de Glimmer, era el momento ideal para endeudarse con una nueva carrera. Razz le repetía continuamente que lo pensara bien, porque entonces no tendría tiempo para nada, ni siquiera para divertirse o disfrutar su juventud.

La rubia se reía, pero tal vez Razz tenía algo de razón al respecto. Era extraño, pero siempre meditaba en las palabras de su abuela cuando estaba por empezar a trabajar. Estaba en la recepción del gimnasio, en el cual atendía una chica muy amable, la cual se ponía claramente nerviosa con Adora, pero ella no se enteraba de nada, sólo pensaba que era algo torpe porque era muy joven y aquel era su primer trabajo.

En el mesón alto había muchos folletos, algunos de anuncios de comida rápida, como también de talleres o actividades culturales incluso. Entonces Adora tuvo una idea, hacía mucho tiempo, desde que se mudó con Razz, que quería aprender a bailar bien, y uno de los bailes que más le gustaba y atraía era la salsa. Sonrió ante la idea, y decidió buscar entre las decenas de folletos algo que le sirviera para su propósito, pero no encontró nada. La recepcionista notó su repentino cambio de humor, ya que su rostro demostraba cierta decepción.

—Eh, Adora, ¿buscas algo en particular? —le preguntó la chica, escondiendo rápidamente un mechón de pelo tras su oreja, no sabía dónde poner sus manos luego de hacer eso de lo nerviosa que estaba.

—Ah... estaba pensando en que siempre quise aprender a bailar salsa, y creí que alguno de estos folletos serían de clases de salsa.

—¿En serio? No imaginé que te gustara bailar...

—Oye, no creas que porque levanto pesas soy tiesa. Obviamente me gusta salir a bailar, pero, quiero aprender a hacerlo bien, no es lo mismo que ir a una disco. Aunque quizás tú aún no vas a ninguna, ¿verdad? Te ves como una niña buena. No es que sea algo malo, es que te ves tan pequeña.... en edad, me refiero —Adora prefirió callarse a seguir cagándola.

La joven sintió como sus esperanzas se rompían en mil pedazos cuando escuchó a la rubia decirle pequeña, probablemente era invisible para ella. Pero a pesar de todo, si podía ayudar a Adora, lo haría, ya que era una de las personas más amables que había conocido en ese gimnasio, junto con Perfuma.

—Mi hermana mayor va a una salsoteca. En esa dan clases de salsa una pareja de campeones mundiales. Tengo entendido que la primera clase es gratis. Voy a buscar la dirección y te la anoto, o puedes buscar su página web, así te enteras de los horarios también.

—Oh, ¿en serio? ¡Muchas gracias! Eh, ¿Javiera?

—No, Andrea —dijo la joven disimulando con una sonrisa, definitivamente era invisible.

La salsa de la gringa - Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora