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Adora estaba nerviosa. A pesar de que habían ensayado, sólo llevaba algunos meses bailando salsa, no como Catra. Sabía que la morena le decía que lo estaba haciendo bien, pero la rubia pensaba que lo decía más porque era su novia que por otra cosa. Suspiró, no podía dormir, incluso se había tomado un té de manzanilla, pero le parecía imposible conciliar el sueño.

Al día siguiente, se haría un gran evento en la salsoteca a beneficio de uno de los trabajadores del lugar, que estaba pasando por un difícil momento, ya que una de sus hijas tenía cáncer. Para eso habían organizado una noche especial, con demostraciones, clases rápidas, comida por montones, tragos con descuento, todo con el fin de reunir dinero para el tratamiento de la joven.

Catra iba a dar una demostración con una de sus alumnas destacadas, en este caso Adora, y también la usaría como ejemplo para dar una clase rápida a los interesados en la salsa. Así que la rubia había aceptado, y después de cada clase se quedaba tiempo extra para ensayar con la morena, lo cual se volvió una rutina rápidamente para ambas. Sin embargo, aunque Adora toda su vida había destacado en los deportes, jamás había participado en nada relacionado con la danza, por lo que estaba nerviosa.

Era casi medianoche, pero no se le ocurrió nada mejor que llamarla. Probablemente la retaría por no dormirse temprano como le había recalcado, pero Adora pensaba que el reto valía la pena si lograba calmarse. Para su sorpresa, Catra le contestó casi enseguida.

—Hola, ya sé que es tarde y debería estar descansando, pero no puedo dormir.

—Supuse que te pasaría algo así. Lo vas a hacer bien, Adora, tranquila.

—¿Pero si me equivoco? Se supone que es una demostración de lo bien que enseñas, entonces te dejaría mal a ti también y...

—Adora. Está bien si te equivocas. Yo te ayudaré si eso pasa. No hay nada de malo en equivocarse, no eres una bailarina profesional.

—Lo siento. No debería molestarte con mi inseguridad.

—Creo que es más ansiedad que inseguridad, pero, vas a estar bien, confía en mí, te enseñé bien. Ya te sabes mover, ya no te pones nerviosa conmigo, así que va salir todo bien mañana, tranquila mi amor.

—Gracias, la verdad, me tranquiliza escucharte —dijo Adora sonriendo ampliamente.

Catra se rio suavemente antes de responder.

—Nos va ir bien mañana, ya quiero verte en ese vestido.

Adora se rio por el comentario. Catra le había escogido un vestido largo que se le veía increíble.

—Yo también quiero verte en ese traje, no te he visto bailar con uno, siempre con vestido.

—Es divertido variar a veces. Bien, creo que es hora de dormir, debes descansar y yo igual. Mañana nos vemos.

—Sí, hasta mañana.

La rubia colgó la llamada, y en un par de minutos se durmió. "Mañana será un gran día", pensó con optimismo. Al día siguiente, Adora partió temprano a la salsoteca, que por primera vez se veía ajetreado en un sábado por la mañana, todo el mundo estaba ayudando con la causa. El evento sería en la tarde, pero se necesitaban todas las manos posibles para la cocina y para ordenar el lugar.

Tanto Adora como Catra ayudaron a mover cosas y a ordenar en general, mientras que Melog estuvo ayudando en la cocina, había que preparar prácticamente un banquete. Incluso el bartender tenía apoyo extra en la barra. El evento comenzaba a la 5 de la tarde, y acudió bastante gente al local, ya que se le hizo bastante difusión entre amigos, familiares y las redes sociales de la misma salsoteca. Incluso Razz fue al evento, a dejar uno de sus famosos pasteles de frutos del bosque, conoció a Catra y para el alivio de Adora se llevaron muy bien durante el rato que estuvo su abuela.

La salsa de la gringa - Catradora AUWhere stories live. Discover now