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Artista imagen multimedia: aoiveaear (twitter)

Una vez que cerraron la puerta del apartamento de Catra, comenzaron a besarse sin más preámbulos. Adora se había vuelto adicta a los labios de la morena, le gustaba sentir cómo su lengua se enredaba con la suya, cómo la humedad de sus bocas se equiparaba a la de su sexo. Catra abrazaba con fuerza a Adora, pasando sus manos por debajo de su blusa, acariciando la piel de su espalda. La rubia olía demasiado bien, sus besos la estaban mojando bastante, y la hacían desear más.

Se separó de su boca con dificultad, sólo para besar el cuello de la rubia, que jadeaba de placer, mientras una mano traviesa de Catra se colaba debajo de su sostén, amasando uno de sus pechos con delicadeza. Pero no quería seguir avanzando en medio del pasillo, así que se separó de Adora, por un momento que pareció eterno ambas se miraron a los ojos, los cuales brillaban de deseo por la otra.

—Ven conmigo —dijo en un susurro Catra, tomándola nuevamente de la mano.

Adora dejó que la guiara hacia su habitación, una vez dentro volvieron a besarse con impaciencia, mientras se arrancaban la ropa la una a la otra. Se hizo un reguero de prendas hacia la cama doble de Catra, quien había empujado con suavidad a Adora, y ahora que la tenía debajo iba a devorarla como quería hacerlo hacía tiempo. Pero la rubia quería estar controlando la situación primero, por lo que la abrazó y en un rápido movimiento la volteó dejándola bajo su cuerpo.

Apreció unos segundos su rostro, su cuello sensual, esas clavículas que destacaban levemente, y sus pechos, los cuales acarició superficialmente con una mano.

—¿Ahora cumplirás tu promesa de dejarme sin poder caminar? —le preguntó con una sonrisa maliciosa Catra. Adora le sonrió de vuelta antes de contestar.

—Si es lo que quieres, sus deseos son órdenes señorita.

Se tomó el tiempo de besar su cuello, de inhalar su intoxicante aroma, de embriagarse de Catra. Exploró sus pechos con dedicación, escuchando gemir a la morena a cada movimiento que su lengua ejecutaba en los sensibles pezones de Catra. Entre jadeos de parte de la morena, Adora siguió su camino hacia el cielo, deteniéndose por fin en las puertas de la humedad de Catra. Lamió cada gota derramada, ya fuera en los muslos o de su propia fuente.

Escuchar gemir a Catra de placer era lo mejor que había oído en toda la noche, y decidió también usar sus dedos para acompañar su hábil lengua, todo con el fin de que Catra alcanzara el clímax, cosa que sucedió; mientras murmuraba el nombre de Adora, para satisfacción de la rubia, quien se quedó contemplando cómo recuperaba el aliento, mientras su pecho agitado subía y bajaba.

Catra la observó por unos segundos, sonriendo con picardía. Era momento de encargarse de Adora como correspondía, por lo que se incorporó con rapidez, para atrapar los labios de la rubia y besarla con renovada intensidad. El vaivén intenso de sus lenguas fue suficiente para encenderlas como nunca de nuevo. Adora abrazó más fuerte a Catra, quería sentir su piel contra la suya. La morena aprovechó esto para besar y morder su cuello, quería escuchar jadear a la rubia, cosa que logró. Con una mano exploró el sexo de Adora, estaba bastante húmeda, un roce de sus dedos bastó para hacerla gemir.

Introdujo un par de dedos, el interior de Adora estaba muy húmedo y caliente, por lo que se movió adentro aumentando el ritmo poco a poco, mientras mordisqueaba su cuello, y lamía sus pezones. La rubia comenzaba a gemir cada vez más, para la satisfacción de Catra, que bajó rápidamente hacia la entrepierna de Adora, quería usar su habilidosa lengua también en ese nodo de placer.

Ahora la rubia no sólo gemía, también movía sus caderas descontroladamente. Catra la observaba desde su sexo, el cual lamía con fervor, que además parecía derretirse entre sus dedos; viendo como Adora estrujaba las sábanas con sus manos, arqueando su espalda, elevando sus pechos. Se veía condenadamente sexy. Verla llegar al orgasmo fue una experiencia inolvidable, y quería verla otra vez así, completamente libre, entregada al placer.

La noche se hizo corta para ambas, que buscaron más formas de fundirse la una con la otra, como si sentir la piel ardiente de la otra fuera una necesidad de vida o muerte. Por horas la habitación de Catra sólo fue humedad, sudor, gemidos y excitación, tanto la rubia como la morena estaban sumidas en un frenesí de placer del cual eran plenamente conscientes, lo cual era lo más liberador que ambas habían sentido hacía mucho tiempo.

No se dieron cuenta en el momento que se quedaron dormidas, pero al día siguiente despertaron por culpa de una alarma que quedó activada en el teléfono de Adora, que simplemente la desactivó y volvió a acurrucarse contra Catra, quien una vez despierta no fue capaz de volver a dormirse, menos con la rubia abrazándola por la espalda. Sentía un cosquilleo en la espalda por el roce de los pezones de Adora, y eso no la dejaba relajarse para volver a dormir.

La morena meditó por un segundo lo que había sucedido. Al final, habían pasado la noche juntas. No había nada de raro en eso. El problema era que Catra no recordaba cuando había sido la última vez que dejaba dormir a alguien en su cama. Usualmente ella se quedaba a dormir en la cama de su pareja, pero no recordaba dejar a alguien quedarse tanto tiempo en su espacio personal.

Sintió la imperante necesidad de levantarse, pero no quería deshacer el abrazo de Adora. Se dio cuenta que simplemente no quería separarse de la rubia. Quería pasar más tiempo con ella. Su corazón que se había acelerado por aquellos pensamientos, de pronto se tranquilizó. Tomó la mano de Adora, llevándola hacia su pecho. Sin darse cuenta, se durmió a los pocos minutos.

Se despertó una hora después. Adora también estaba despierta, pero tenía el rostro escondido entre el cabello y la nuca de Catra. No quería levantarse, quería quedarse así por siempre.

—¿Adora, estás despierta? —preguntó la morena sin moverse.

—Mmm sí.

—¿Quieres ir a la playa conmigo?

—¿Qué? ¿hoy?

—Sí, hoy. Me iré a la ducha, lo siento pero tendrás que soltarme.

—Oh, está bien. Yo me ducharé en mi casa, no tengo ropa para cambiarme.

—No hay problema, puedo ir a dejarte después de comer. Y luego vamos a la playa —dijo volteándose en la cama una vez librada del abrazo de Adora. Su sonrisa derritió a la rubia al instante.

—¿Ir a dejarme? No es necesario, no vivo tan lejos.

—No, nada de eso, que para eso tengo auto. Y te estaré esperando afuera de tu casa para que no te arrepientas —dijo mientras se levantaba, Adora intentó no babear al ver su figura completa de pie, desnuda, justo frente a ella.

—No sabía que tenías auto.

—Sí, tengo un jeep, un Suzuki Jimny. Lo comparto con mi hermano. Por cierto, él también vendrá, necesito un conductor de reemplazo si me da por beber —le contó mientras rebuscaba en su cómoda por ropa interior.

—Oh, bueno, supongo que está bien —respondió Adora, sorprendida de sí misma.

Catra se metió al baño, dejando a la rubia sola con sus pensamientos. De pronto se sentía nerviosa, por lo que se vistió con rapidez, pensando en que necesitaba bañarse, pero no esperaba quedarse en casa de Catra, de hecho, se estaba cuestionando porqué había aceptado ir a la playa de la nada.

La morena no demoró mucho en la ducha, y se vistió ya sola en la habitación, Adora había salido porque prefería esperar en la cocina para ayudar. Cuando Catra apareció con el pelo húmedo, la rubia tragó saliva, por alguna razón lo único que vino a su mente fue la idea de desnudarla. A pesar de eso, ayudó en lo que pudo a Catra, y desayunaron con tranquilidad. Luego bajaron al estacionamiento, donde llegaron al jeep que era de un azul llamativo.

Por alguna razón inexplicable, a Adora le parecía demasiado sexy ver a Catra manejar. Se desenvolvía con tal seguridad, se veía tan confiada, que la rubia no pudo evitar pensar en que se veía más atractiva de lo normal. A pesar de eso intentó mirar el camino y ayudarla a llegar a su casa, lo cual no tomó mucho tiempo, o tal vez era porque el tiempo pasaba muy rápido junto a la morena. De alguna manera, Adora terminó atrapada en una salida de improviso a la playa con Catra, y no tenía idea de cómo había pasado. Lo único que la convencía de que aquello valdría la pena, era un solo pensamiento: vería a Catra en bikini.

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Nota de la autora: yo sé que sus almas puercas esperaban este capítulo, espero no les haya decepcionado jajaja. Se viene capítulo en la playa, porque quiero jajajaja En fin, nos vemos la próxima semana, si no publico el lunes será el viernes, los quiero y gracias por leer :)

La salsa de la gringa - Catradora AUWhere stories live. Discover now