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Adora hubiera deseado ser jueza del concurso, pero no sabía absolutamente nada de cómo evaluar un baile, menos una danza como la salsa. Todos los participantes le parecían buenos, aunque, claro está, su atención inevitablemente se centró en Catra. La morena parecía literalmente brillar, no sólo por su vestido de tela centelleante, sino porque se movía de forma tan grácil, que parecía que la música la seguía a ella.

Catra sonreía genuinamente, ya que de verdad se sentía plena cuando bailaba, su corazón estaba feliz, y su cuerpo lo demostraba bailando como nadie. Siempre que bailaba, sentía que sólo eran ella y su hermano flotando en el escenario, deslumbrando al resto del mundo, porque eran los reyes de ese mundo. La euforia que le causaba la danza aún no se la había dado ninguna otra cosa que hubiera probado.

Moverse al son de la música era algo natural para ella, y fue lo que salvó a esos dos huérfanos de todo lo malo de este mundo, sobre todo en la adolescencia de los hermanos. A pesar de que se quedaron con su primera familia de acogida, la madre al quedar viuda no pasó por los mejores momentos y descargó parte de su fractura emocional en ellos. A pesar de esto, Catra seguía queriéndola, aunque apenas tuvo la oportunidad se fue a vivir con Melog a otro lugar.

Por lo tanto la salsa era su refugio y salvación, como también le llevó a conocer otras danzas, como la samba y el tango. Gracias a su talento, ambos habían viajado lo suficiente como para sentir que conocían gran parte de Latinoamérica. Catra estaba orgullosa de lo que habían logrado, a pesar de todo, no les había ido tan mal a los huerfanitos como solían decirles en su época escolar.

Había una sola cosa que la distraía ese día: la rubia del gimnasio. ¿Qué hacía ella ahí? ¿Era una acosadora? Puede que simplemente estuviera en ese lugar porque tenía un deseo genuino por aprender a bailar salsa, pero por otro lado, parecía conocer bien a Perfuma, pudo haber preguntado algo. Sin embargo, Perfuma no es el tipo de persona que ventila lo que sabe de los demás, aunque tampoco la conocía tan bien como para afirmarlo. No sabía cómo preguntar al respecto, porque si la rubia era una acosadora no quería darle ningún tipo de esperanza. Además, la tipa no le había quitado el ojo de encima en toda la noche, lo que la hacía aún más sospechosa.

De pronto recordó lo más obvio, sólo tenía que preguntarle a Melog, después de todo él estuvo enseñándole. Esperó a que terminara la canción, los jueces eligieran a los cuatro finalistas y se fueran a los camerinos a un descanso para hablar tranquilamente.

—Oye, Melog, quería preguntarte algo.

—Dime.

—Esa rubia con buzo negro no te preguntó nada sobre mí, ¿cierto?

—No, ¿por qué? ¿Te gusta? —le sonrió de forma picarona su hermano.

—No, no es eso... Lo que pasa es que...

—Tuviste un crush y ahora necesitas mi ayuda como siempre.

—No, Melog, escúchame por favor...

—No se diga más, esta noche seré tu cupido.

Catra suspiró largamente, comenzaba a enojarse, lo cual divertía aún más a su hermano.

—No me gusta. Quería asegurarme que no fuera una puta acosadora, ¿entiendes?

Melog le lanzó una mirada de desaprobación.

—No quise decir que fuera una puta... ok, me disculpo por mi lenguaje —dijo haciendo un gesto con los ojos.

—No creo que sea una acosadora, pero de que te tiene ganas, te tiene ganas. No ha dejado de mirarte desde que entró a la clase. De hecho justo vi el momento exacto cuando te vio y casi se le cae la cara de la sorpresa, fue muy gracioso, ojalá le hubiera sacado una foto, estaba para meme...

La salsa de la gringa - Catradora AUWhere stories live. Discover now