Desconexión

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La primera noche en aquel continente había sido maravillosa. Los dedos de Annie surcaron el rostro masculino sin descanso, incluso después de que el chico cayera rendido en el sueño. Había sido ella la que había empezado el encuentro, eso estaba claro... pero Armin le ponía realmente difíciles las cosas. Ahora que le había mostrado lo que era el amor y los sentimientos tan profundos que se podían sentir hacia una persona, se sentía mucho más vulnerable. Ni siquiera podía discernir bien cuándo se habían reconciliado.

Le vi vivo. Eso fue suficiente para querer estar con él. Levi me hizo creer que había muerto y entonces...

A Annie le costó algo más conciliar el sueño. Era increíblemente feliz con él, pero cuando se alejaba o incluso se dormía, se volvía a encerrar en sus pensamientos. Generalmente, terrores del pasado a los que sentía que no había hecho frente como era debido. Había pasado muchas noches sin tener pesadillas, sin embargo, los acontecimientos que perturbaban la paz de la Policía Militar también, inevitablemente, erigían los cimientos que ella creía bien enterrados bajo tierra.

Y esa noche, que tan preciosa debió ser junto al soldado, volvió a ocurrir. Sin que se lo esperara.

No era la primera vez que tenía esa pesadilla concreta. Siempre era asquerosamente concreta y gráfica. En su campo de visión estaban sus manos, desenganchando el equipo de obras de la cintura de Marco Bott. Era casi una tortura visual para ella. Reiner tenía la mirada fría como el hielo, y ella, obligada a demostrar su patriotismo a Marley, temblaba mientras Marco gritaba y gritaba pidiendo auxilio, y se le agrietaban los tímpanos oyéndole gritar y llorar para que parara de hacerlo. Annie tomó los enganches de los cables y el portador del gas y lo lanzó a través de una ventana, y rápidamente los 3 se marcharon del tejado dejándole solo ante el titán. Annie se giró y contemplaba cómo se lo comía aquel asqueroso ser gigante... las largas piernas del chico se retorcían sin parar, como una araña atrapada... hasta que quedaron colgando, inanimadas. Reiner preguntando qué había ocurrido, Bertholdt le miró alucinado. Y Annie luchando contra un ataque de ansiedad que llegaba a sus vías respiratorias, no tenía que haberle visto morir, debió haberse marchado. Pero el sentimiento de culpa la hizo quedarse y asumirlo todo. Le resbalaron lágrimas ardientes por las mejillas y apretó los dientes, estaba cabreada y triste al mismo tiempo. Cuando el titán lanzó el cuerpo de Marco a una esquina y éste impactó, despertó bruscamente, respirando agotada. El cuerpo de Annie transpiraba, le temblaba todo. Se volvió a mirar las manos, una rutina nefasta que su cerebro necesitaba hacer para convencerse de que las veía limpias y no embadurnadas en sangre. Una necesidad de exculparse que no se vería satisfecha jamás.

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Se sentó en el borde respirando rápido y mal, aturullada, con los ojos aún nerviosos y bien abiertos.

El devastador silencioWhere stories live. Discover now