El fantasma Discord de París.

Buenas noticias.

Eran pocas veces en las cuales había tenido que recurrir a medidas de evasión. Él estaba acostumbrado a lo contrario: llevar una vida de acciones directas y contundentes, que le habían permitido convertirse en un hombre de política.

Sin embargo, últimamente se mantenía en esa forma de vida poco digna, que sin embargo se negaba a abandonar por su propio bien, y quizá por el bien de alguien más: Roseluck, era ella la razón para todo eso. Y de hecho valía totalmente la pena, porque ¿cómo le decía a esa niña que sus afectos lo hacían feliz, pero que sin embargo era Fluttershy la que aparecía y se robaba sus pensamientos? ¿Cómo le decía que ni él mismo comprendía por qué Fluttershy lo había atrapado desde el primer momento? Como hombre defectuoso e imperfecto que era podía fijarse en muchas mujeres, pero solo a Fluttershy podía verla del modo en que la veía. ¿Cómo podía decirle todo eso a Roseluck y atestiguar como los bonitos ojos se le empañaban en lágrimas?

Pensó que de ser como Fluttershy se atrevería. La chica, pese a su apariencia y voz suaves, le había mostrado más de una vez que en realidad podía ser muy fuerte. Que recordara, ninguna otra mujer lo había enfrentado de esa manera, a excepción de... ella. Y no había terminado bien. ¿Entonces, por qué se aferraba a Fluttershy cuando tenía esa mala experiencia de referencia?

Quizá era que le gustaban los contrastes: Fluttershy se mantenía tranquila y cautelosa la mayor parte del tiempo, pero si tocaba alguna de sus fibras sensibles, esta respondía con gran pasión e intensidad: una faceta que casi siempre permanecía oculta y que lo intrigaba.

Desde que le había hecho esa advertencia sobre Discord durante la cena, Fluttershy había retrocedido en su "intento" pasivo de hacer las cosas llevaderas para los dos, y había regresado a su usual comportamiento distante. Aún así, eso no le había impedido enfrentarse a él porque consideraba que "despreciaba el trabajo de sus sirvientes que hacían todo por él y le permitían vivir cómodamente", y él, ofendido, la había castigado dándole su propio uniforme de sirvienta y agregando a su confinamiento domiciliario el "servicio comunitario". Fluttershy, entonces, se había puesto el uniforme y había hecho las labores del hogar con gran dignidad y buenos resultados.

Y él no podía estar más contrariado, porque así como a ratos sentía que no la soportaba, conforme ella se le oponía cada que intentaba imponer su voluntad, su deseo de obtenerla aumentaba.

Mientras la miraba ayudarle a los sirvientes con las labores de la casa, hubo un momento breve de revelación que sin embargo se le olvidaría, o más bien, quedaría atrás, muy atrás en su subconciente: Fluttershy no era manejable como una cosa, porque en realidad tenía ante él a una persona leal a sus propios ideales y con sus propias características.

Los días transcurrían con una lentitud que para Twilight y Fluttershy parecía eterna. Aunque probablemente era así solo para ellas, debido a motivos muy particulares: que las hubieran alejado de su hogar de manera tan abrupta y que las tuvieran encerradas en un lugar que les era totalmente ajeno. A eso, se sumaba que a Twilight la tuvieran alejada de la persona de la cual estaba enamorada y por la cual se sentía culpable.

Si bien, Fluttershy se había decidido a abandonar toda ilusión que trascendiera la amistad con Discord, lo seguía extrañando con gran intensidad, como a todos los demás. Ninguna de las dos dejaba de pensar que debían estar angustiados por ellas.

Para empeorarlo todo, el trato con el ministro había sido bastante difícil por culpa de su mal humor. Y Fluttershy no podía estar más cansada por eso, ya que el hombre no solo la obligaba a lucir presentable para cenar con él, sino que ni siquiera le dirigía la palabra.

Para Fluttershy, esa necedad lo hacía todo más difícil. De hecho, su necedad era la razón para que hubiera arruinado su vida, y no era eso lo que más le molestaba de todo: el hombre ya mantenía algún tipo de relación con aquella chica Roseluck, pero eso no le impedía tenerla ahí encerrada y continuar pretendiéndola.