Infiltrada

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Fluttershy no había salido prácticamente para nada esos últimos días. Faltaban tan solo dos más para que se completara una semana. El motivo no era nuevo: se trataba del juez, como ocurría desde que lo habían conocido. Había estado buscándola, y Fluttershy había aparentado estar ausente con eficacia, pero estar encerrada estaba destruyendo sus nervios. Ese día, Earnest Stern había aparecido con un ramo de flores. Fluttershy miraba encogida, detrás de una cortina que le servía para ocultarse. Con algo de ansiedad lo vio alzar la vista hacia la ventana por la cual ella se asomaba. Casi sintió que la veía, pero luego lo pensó: era imposible.

-Lo sabe, Rainbow... Lo sabe... Sabe que vivimos aquí mismo. Nos han visto llegar con las compras -dijo en un susurro, como si temiera que el juez la escuchara.

-Tranquila, Fluttershy -le dijo acariciando su cabello aún despeinado-. No creo que exija subir para ver si estás.

-Yo no estoy tan segura.

Las tres tenían en común algo: todas pensaban que aquello era como una película de terror. Después de ese último encuentro, todo se había vuelto pesado e incómodo. Ninguna sabía lidiar con aquella situación, más que evadiéndola y pretendiendo que nada raro pasaba. Incluso Rarity, que era la más diplomática, no sabía qué más hacer. La última situación había sido simplemente tan desagradable y en cierta forma, aterradora, que había dejado de querer conciliar.

Fluttershy se retorcía las manos mientras escuchaba la voz del juez cuando entró a la boutique, buscándola, como siempre.

-Lamento decírselo, juez, pero Fluttershy tampoco está hoy.

-¿Ha podido verla?

-No -apareció Rainbow Dash-. Se ha ido a casa de unos parientes. Aún no nos dice cuándo volverá.

-Es una pena -contestó Earnest Stern-, yo le había traído estas flores para pedirle disculpas por mi mal comportamiento. Solo puedo pedirles a ustedes que le pasen mi mensaje.

-Se lo haremos saber, señor Stern -contestó Rarity pretendiendo estar ocupada en la confección de un vestido. Incluso Rainbow Dash fingía del mismo modo para evitar verlo de mala manera.

-Entonces, me retiro. Guárdenlas. Considérenlas una disculpa para ustedes también.

-Que amable, juez. Que tenga buen día -terminó Rarity y por fin, Fluttershy lo escuchó salir. Dejó salir el aire de sus pulmones, aliviada de que nada malo pasara por ese día, pero entonces tuvo que pensar, necesariamente, en la realidad: tenía que pensar en algo, pronto, o la paciencia del juez se agotaría y no sabía qué podrían hacer si eso pasaba.

Como hacía desde los últimos dos días, comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación. No tenía mucho camino, debido a la cantidad de objetos que tenían ahí arriba. Esa vez subió Rarity.

-Fluttershy, querida, ¿por qué no vas preparando la merienda? Algo ligero y dulce, quizá. Puedes preparar lo que quieras, como quieras. Sé que te animará un poco...

-De acuerdo.

-Muy bien -le acarició la mejilla-. Incluso creo que podrías bajar para ayudar con los vestidos, quedándote en la parte más alejada de las ventanas. Así no podrá verte si es que pasa. La verdad no creo, porque el hombre, como cualquier otro, debe tener trabajo. De todos modos, Rainbow y yo estaremos atentas para avisarte si es que debes subir.

Esa vez Fluttershy pudo sonreír.

-Es una buena idea.

De ese modo lo hizo, preparó la merienda, ayudó a Rarity con los clientes y con la confección de la ropa, luego preparó la comida y una vez que todas comieron, volvió a ayudar con las tareas de la boutique en la tarde. Estaba de mucho mejor humor, hasta que Rainbow Dash corrió hasta ella con vos alarmada, tratando de cubrirla con un vestido.

El fantasma Discord de París.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن