Capítulo 6

58 14 10
                                    

Estaba sentada, acurrucada en una esquina, esperando a que llegara la madrugada para poder hablar con Ella. No me había contado nada al respecto de lo de sus padres, suponía que era algo reciente, porque el virus se había extendido tan rápido como los sonidos habían dejado de sonar, y la luz de iluminar. El chico, que parecía haberse hecho muy amigo de John, —algo que no me extrañaba dado sus aficiones en común—, nos había ayudado a guardar las maletas en la trastienda, la cual yo había revisado de arriba abajo en busca de más pastillas.

"Te las has llevado todas" me había dicho él riendo.

Aquellos días había descubierto que no era tan distinta a mi hermano como me gustaba pensar, ambos dependíamos de medicaciones, aunque fuera para fines distintos. ¿Y lo peor? Ahora nuestra única baza era un desconocido que trabajaba en una farmacia. Miré al techo, detrás del cual estaba el cielo en el que se encontraban papá y mamá.

—Perdón. —les susurré—. Sé que habríais preferido cualquier otra adicción.

—¿A quien le hablas Jane? —me preguntó John, que me miraba con curiosidad. El chico a su lado también lo hacía.

—A mamá y a papá.

—¿Por qué? No creo que te escuchen. –musitó.

—Les pedía perdón, porque yo dependo de unas pastillas, tú vendes droga, y nuestra única opción ahora mismo es él. —dije señalando al pelinegro—. Que trabaja en una farmacia. 

Ambos sonrieron, uno de ellos, sin duda John, con satisfacción al recordar su exitoso negocio, en cambio el otro con diversión. Quise decirle algo, como que no tenía gracia, que lo único que debíamos haber hecho bien lo habíamos hecho mal, pero recordé que aún no sabía cómo llamarlo, y que además, sí tenía gracia. Entrecerré los ojos pensativa y curiosa.

—Oye. —dije—. ¿Cómo te llamas? —pregunté.

—¿Cómo quieres llamarme? —sonrió él.

Yo me sorprendí, parecía una respuesta inútil.

—Por tu nombre. —respondí con tono escéptico.

Él se acercó a mí y me tendió la mano.

—Soy Daimon.

Lo pensé un momento, pero al final sonreí y le di la mano, como si hubiéramos hecho un trato. Y quizás lo habíamos hecho, quizás el estar ahí, habernos presentado, y haber decidido irnos juntos de aquel infierno, era un trato. 

—Nosotros nos llamamos. —dijo John cuando Daimon ya hubo vuelto a su lado—. Yo John, ella Jane.

—A ella la conocía. —me guiñó un ojo con complicidad y yo levanté una ceja.

¿Acaso no podía olvidar lo de las pastillas y los condones ya?

—A ti no, encantado John, creo que nos llevaremos muy bien.

—Pienso lo mismo.

La mirada de ambos me daba miedo, aquellos dos podían atreverse a cualquier cosa, a mi hermano lo conocía suficiente como para saberlo, a Daimon no me hacía falta conocerlo tanto como para darme cuenta de ello. Suspiré y miré mi móvil, el cual no parecía tener cobertura desde hacía unas horas; pero no era eso lo que me interesaba, sino la hora. Era la una de la madrugada.

—¿Sabéis que no hemos cenado? —informé.

—Ya es tarde para cenar. —opinó John.

No contesté, él tenía razón, pero yo hambre. Me levanté y estiré, con las fuerzas que tenía me dirigí hasta la trastienda, donde estaban las maletas.

INSOMNIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora