Capítulo 14 (2)

42 10 16
                                    

-No. No haremos nada con él. Es un puto cadáver, chicos. -dije, aún mirándolo fijamente, como si en cualquier momento se fuera a levantar y eso lo convirtiera en un inminente peligro.

-No lo sé, Jane. Me da pena, murió aquí y su familia probablemente ni se enteró. -contestó Ella.

-¿Creéis que tendría familia? -preguntó Daimon.

-Chicos, suficiente, creo que ya es suficiente, él... O ella. -rectifiqué-. Ya está muerto, no hay nada que podamos hacer.

-¿Nada, nada?

-No. Nada.

-Pero me da mucha pena. -opinó Ella.

-Pero está medio, ya sabéis, ¡podrido! -exclamé nerviosa.

-Deberíamos hacerle un funeral. -soltó Daimon sin escuchar lo que acababa de decir.

-Vosotros estáis locos.

-Venga, no perdemos nada.

-Sí, tiempo, ¿y si está infectado?

-No tenemos que tocarlo. Podríamos quemarlo o algo así, ¿no hacían eso los vikingos?

-No somos vikingos.

-Yo creo que deberíamos hacerlo. -interrumpió Ella.

Me apoyé en la estantería que tenía al lado, intentando asimilar que mis nuevos amigos estaban planeando quemar un cadáver, para hacerle un funeral.

-Vale. Hagamos algo, democracia, le preguntamos a John, si él dice que sí ganáis, si no empate y nos quedamos igual.

-¡Bien! -exclamó Daimon mientras salía en busca de mi hermano.

Aproveché y miré a Ella con ojos abiertos, suplicante.

-¿De verdad tú también quieres?

-Lo siento, Jane, pero sí. Me da mucha pena, ¡mírale! Murió ahí, y nadie debió darse cuenta. Pobrecillo.

-Ya lo sé, pero no parece muy seguro.

-Porque no lo es. -finalizó antes de que los chicos llegaran.

Se pusieron enfrente del cuerpo, junto a nosotras. Sin embargo, a una distancia prudente del apestoso y molido cuerpo. Entonces pude verlo: no tenía ojos. Puse una mueca, mientras intentaba tranquilizarme a mi misma una y otra vez.
Escenas de mis recuerdos cruzaron mis ojos, que cerré con fuerza en un intento de apartarlas.

-¿Así que el dilema va sobre él? -preguntó John mirándolo.

-Así es. -contestó el otro.

Mi hermano, despreocupado, quizás valiente, o -más bien- estúpido, se acercó tapándose la nariz. Puso una mueca de asco cuando estuvo ya a escasos centímetros.

-¡John! ¡Fuera! ¿Qué haces? ¡Ni se te ocurra tocarle!

-Tranquila, mamá. -bromeó él-. Solo voy a quitarle la chaqueta para ver quién es.

-Dios mío.

Cogió una cartulina que había al lado, una verde oscuro y bastante maltratada. La enrolló hasta hacerla parecer un palo y con ella, teniendo aún una mueca de asco dibujada en su cara, le quitó a aquel cadáver su espantosa chaqueta azul. Y ayudándose de otra cartulina, abrió los bolsillos hasta que en uno de ellos encontró una mohosa cartera.

-¿Alguien hace los honores?

Ninguno dijimos nada, de hecho, dimos un paso atrás intentando no participar en aquella manipulación del cadáver.

INSOMNIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora