Seis

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Con dos copas demás era muy fácil verlo todo, pero ahora que Charlie me llevaba de camino a la casa del tal Chev no lo tenía yo tan claro

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Con dos copas demás era muy fácil verlo todo, pero ahora que Charlie me llevaba de camino a la casa del tal Chev no lo tenía yo tan claro.

—Lo harás bien, son treinta días y se acabó, podrás irte a Inglaterra o París, donde te de la real gana y empezar de nuevo, sin ir con el rabo entre las piernas de regreso al pueblo —soltó Charlie agarrándome la mano.

Cuando comenté en el chat la oportunidad que me había salido esa noche, las chicas estallaron en furor a primera hora de la mañana tras leerlo.

Un artista. Se suponía que el trabajo era ser la asistenta personal de un artista.

Ni siquiera sé que demonios hace una asistenta aparte de llevarle la agenda o programar citas.

Si no me pegaba una patada en el culo, lo averiguaría.

De un modo u otro deduje que Michael habría avisado al tal Chev, ¡Por Dios!, ¡Ni siquiera sabía su nombre!, Ni qué tipo de arte hacía y mucho menos como era.

—Es gay, ¿no? —pregunté repentinamente.

—Se cree que si —contestó Charlie no muy decidido.

—¿Los gays no tenéis un radar infalible para eso? —exclamé confusa.

—Chevalier es un tanto especial y muy reservado, demasiado de hecho —Su tono era serio y eso me hizo pensar que no exageraba.

—¿Chevalier?, ¿Así se llama? —pregunté y tenía sentido lo de Chev.

—Chevalier le Noir —contestó Charlie con una medio sonrisa.

—¿El caballero negro? Y luego me quejo yo de ser Alexa, éste lo tiene peor...

—Michael lo llama Chev, pero lo hace cuando él no puede oírle, ni se te ocurra llamarle así, creo que siempre quiere que le llame Mr. Noir, pero ya te lo dirá él. No le conozco en persona, pero por Michael sé que suele ser muy quisquilloso en algunas cosas, le ha hecho llegar tarde a miles de citas conmigo.

Pues sí que tiene que ser peculiar el tal Le Noir este de las narices... ya estaba arrepintiéndome de ir.

Bah, lo más probable es que me diera patada en el culo porque solo quiere a hombres...

—¿Y por qué no le manda a paseo? —pregunté bajando la visera para verme en el espejo delantero y asegurarme de que lucía un aspecto impecable.

Como solo quería a hombres que le sirvieran, me había vestido lo más masculina posible, de hecho llevaba un traje holgado de Charlie sin la chaqueta, pero hasta me había puesto corbata. El pelo recogido en un moño bajo, sin rastro alguno de maquillaje y con unas gafas de pega que tenía de pasta para cuando me echaba laca.

Según Charlie, hasta vestida de tío estaba buena, yo sinceramente lo dudaba, no se podía ni apreciar mi culo, menos aún la cintura o las caderas, hasta mis tetas parecían inexistentes con aquella camisa.

—Está bien, ya tengo curiosidad del ver al caballero negro... —susurré haciendo mover mis manos como si estuviera en las tinieblas de Batman.

Charlie se echó a reír y al fin llegamos a zona alta de la ciudad en la zona más lujosa de Barcelona, el barrio Le Corts según Charlie, donde vivían todos los famosos o ricos de Barcelona, el barrio Pedralbes.

Y yo que no sabía ni que este barrio existía... más allá de la Moraleja en Madrid, vivo en la inopia.

—Suerte, aunque sé que no la necesitas, ¡A por la pasta, nena! —exclamó Charlie para darme ánimos.

—Joder, dicho así suena a que soy una scort —dije rodando los ojos y esperando que nadie nos hubiera oído a través de la verja.

Si no fuera porque voy vestida con lo más anti-sexy que podía llevar, cualquiera que le hubiera oído pensaría cosas raras.

Desde luego la mansión era enorme desde fuera y tuve que indicar dos veces que tenía una cita con Mr. Le Noir para que me dejaran pasar, aunque no parecían muy convencidos de ello.

Nueve en punto, vamos bien Alexa.

Respiré hondo y justo cuando iba a llamar al timbre de la entrada principal alguien me abrió la puerta. Era una mujer de mediana edad, ¿Sería el ama de llaves?

—¡Buenos días! —exclamé con una sonrisa.

—El señor le espera en el salón, serviré el té enseguida.

¿El té? Muy inglés pero me valía.

Estaba nerviosa, lo notaba en el sudor de las palmas de mis manos y hacía mucho tiempo que no me sentía de aquella forma, tal vez porque estaba haciendo algo inesperado y que no habría entrado jamás en mi planteamiento de vida.

La mujer se fue y me quedé en aquel hall enorme sin saber donde demonios estaba el salón. ¿Es que no pensaban indicármelo? De frente había una enorme escalinata de vidrio y metal que llevaba a la planta superior, todo en un estilo arquitectónico moderno y vanguardista, techos altísimos, cuadros gigantescos colgando de las paredes, esculturas que flotaban del techo y quedaban en suspensión, ¿Serían todos de él? Ni siquiera le había googleado, soy lo peor.

Normal. Por eso acabo de enterarme que se llama como Batman.

Deduje que el salón estaría a través de aquellas dos puertas abiertas porque pude atisbar una chimenea, así que me acerqué y sentado en un sillón pensativo mientras parecía tener la mirada perdida había un hombre joven, mucho más joven de lo que había imaginado en un principio.

¿Por qué pensé que sería un viejales?

Su perfil era varonil, de hecho acaparaba toda mi atención y aún no le había visto de frente, llevaba una barba incipiente, el pelo bastante corto y oscuro, su atuendo era impecable, ¿Los pintores se visten de traje?, ¿No van siempre con ropas holgadas llenas de pintura y son un poco bohemios? Definitivamente estaba bueno y evidentemente no debía sería el tal Le Noir, seguro que era su abogado que debía dar el visto bueno antes de encontrarme con él.

Probablemente no era lo suficiente digna para hacer perder el tiempo al caballero negro, pero si pasaba el corte, en el supuesto Ipad estaría el número de ese bombón...

—Puntual, buen comienzo —mencionó en un perfecto francés e irguiéndose de su asiento para encararme.

Si este supiera que era la primera vez en mi vida que llegaba a tiempo ni se molestaba en dirigirme la palabra...

Mis piernas flaquearon cuando le vi de frente.

O-h D-i-o-s M-i-o

Desde luego Dios existe si ha creado a semejante espécimen...

Desde luego Dios existe si ha creado a semejante espécimen

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PaRaDigMa. El Arte de Seducir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora