Trece

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Bueniiiissssss, me paso por aquí para dejaros otro capítulo (que se que muchas lo estáis añorando porque os estáis enganchando a esta historia jeje)
A ver a ver, contadme por aquí quien cree que NO es gay
Y sobre todo.... ¿Creéis que esconde algo?

Me voy... sus dejo... pero compartidme vuestras teorías conspiraoicas porque me encanta leerlas!

Pd: Tengo que hacer un banner chulo, lo sé, a ver si algún día me pongo a ello sin que mi hijo me rompa el iPad mientras tanto hahahaha
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—¡Alexa! —exclamó y por algún motivo inusual volví a la realidad percibiendo su mirada de despareció por mi atuendo.

—Perdón. Lo siento es que me quedé eclipsada por el cuadro —mentí como una bellaca pero ni de coña pensaba admitir que me había quedado embelesada contando cuantos cuadraditos tenían sus abdominales.

Fijo que son de plástico, este no tiene mucha pinta de matarse en el gimnasio.

Con lo estirado que es, seguro que consideraba sudar cosa de pobres.

—Suelen causar ese efecto —decretó y vi que parecía estar limpiando sus pinceles con esmero—. Tu atuendo no es apropiado y siempre que te llame acudirás con el iPad que te he dado, normalmente tengo peticiones y no confío en la memoria de mis asistentes, siempre cometen errores imperdonables.

Parecía seguro de si mismo, tanto, que supe perfectamente que era consciente de que le había estado mirando a él y no al cuadro, eso me hacía sentir aún más rabia.

Ahora se creerá que soy una idiota que está coladísima por él. Si es que soy imbécil.

—La próxima vez me vestiré aunque llegue unos minutos más tarde, pero su tono parecía urgente —contesté altiva ya que había sido él quien me metió prisa, si ahora no le gustaba que fuese en toalla por la vida, que se aguantara.

—Lo es. ¿Qué se supone que es eso? —dijo señalando una bolsa y supe perfectamente a que se refería.

—Lo que me ha pedido.

—¿Te he pedido fango? —exclamó encarándome con una ceja alzada.

—Me pidió arena lavada de río y eso le he traído —contesté aferrando mis manos a la toalla firmemente.

—¿Esto se supone que es arena lavada de río? —exclamó cogiendo la bolsa.

—Recién cogida, del mismísimo río Llobregat que pasa por Barcelona —solté esperando su reacción y parecía incrédulo.

—¿La has cogido tú?

Su mirada iba de la bolsa hacia mi como si tratara de relacionar ambas.

—Evidentemente.

Si no me pagaras lo que me pagas, iba a traerte la arena de los cogollos el congo de tu tía belga, así de claro.

—No dije que tuvieras que meterte en el río para cogerla —mencionó alejándose para dejar la bolsa sobre la mesa.

—Tampoco indicó que no lo hiciera, pero a todos los sitios a los que fui, no la encontré y supuse que si la había incluido en la lista era imprescindible para usted.

El caballero negro permaneció de espaldas sin darse la vuelta.

¿Estaría meditando sobre si debería echarme a patadas o mantenerme en aquella casa?

—Márchese. La veré mañana a las ocho en punto y sea puntual.

Estuve a punto de fruncir el ceño, ¿De que va este tío? Vale que me lo diga si llego tarde alguna vez, pero que me lo diga como si diera por sentado que iba a quedarme sobada me tocaba la moral.

PaRaDigMa. El Arte de Seducir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora