Veintidós

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Que disfrutéis del capítulo flores!!!! Os leo en comentarios!!!

Pero habría que estar muy, pero que muy ciego para verlo y el caballero negro podría ser muchas cosas, pero en cuestión de detalles no se le pasaba ni una

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Pero habría que estar muy, pero que muy ciego para verlo y el caballero negro podría ser muchas cosas, pero en cuestión de detalles no se le pasaba ni una.

¿Y si me hago la sueca como si no hubiera visto la nota? Eso sería peor, le tendría en mi puerta o entrando sin llamar... así que con la cabeza bien alta aunque roja de vergüenza, recorrí la distancia hasta el salón sintiendo el ruido de los tacones amortiguando el suelo de cerámica. Al menos me sentía poderosa con aquellos zapatos que costaban un riñón.

Había dado por sentado que Mr. Le Noir estaría comiendo mientras veía su teléfono o hacía que se yo, pero desde luego no esperaba encontrármelo con la mirada fija en la puerta esperando mi aparición.

Su vista recorrió mi cuerpo hasta reparar en los zapatos e hizo un gesto incomprensible, pero se removió en su asiento y no sabía si era por estar disgustado o todo lo contrario.

—¿Qué asuntos quería tratar Mr. Le Noir? —exclamé dejando claro que había leído su nota y que si había visto a Poseidón me importaba un carajo.

Seguro que él tiene la mesita de noche llena de cachivaches de índole sexual, así que no pensaba sentir ninguna verguenza.

—No creo haberle dado permiso para retirarse antes de la cena —Su tono de voz no parecía una exigencia, sino más bien una reiteración.

—No pensaba retirarme, creí que tendría tiempo suficiente al ver que aún se encontraba en la piscina —afirmé solo para salir del paso.

Cruzarme de brazos me parecía un gesto abrupto, así que uní mis manos detrás de la espalda para sentirme menos vulnerable ante su mirada. ¿Por qué siempre me mira con ese gesto que era incapaz de descifrar? Normalmente cuando veía como me miraba un hombre intuía si le gustaba lo que veía, con el caballero negro casi siempre era el efecto contrario, se notaba a leguas su repulsa, pero en algunas ocasiones había algo en su mirada que me volvía increíblemente nerviosa.

—Le pago para que esté a mi servicio, no para que tenga que perder mi tiempo buscándola en su habitación porque no está por ninguna parte.

De momento no he visto un duro, así que no me has pagado una mierda, imbécil.

Aunque me había comprado unos zapatos y un vestido carísimos que costaban mucho más que el tiempo que llevaba trabajando, pero eso no cuenta, eran extras.

¿De verdad este tío había sido capaz de ducharse, vestirse y buscarme por toda la casa en solo cinco minutos?

A ver si de verdad es un superhéroe y yo llamándole subliminalmente  Batman a modo de coña... pensándolo bien, con lo rarito que es fijo que tiene algún trauma infantil o un rollo de esos.

—La próxima vez le pediré permiso para ir al baño —especifiqué con retintín mordiéndome la lengua para no añadir nada más.

—Toma asiento —advirtió repentinamente y aquello me contrarió.

PaRaDigMa. El Arte de Seducir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora