🎪Chapitre XVI🎪

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Harry me lanzó el último tomate del gran barril y por fin lo pude tomar entre mis manos, en un rápido reflejo.

—Veinte más que la primera práctica—se limpia las manos con un pañuelo.

Exhausta, tomo asiento sobre el suelo rocoso y me limpio el sudor con el dorso de la mano.

—Es un gran avancé—sonrío orgullosa.

—Sí—se levanta del banco—pero aún tienes mucho que aprender.

—Es que eres muy rudo—me quejo como una niña malcriada—además, tú solo lanzas tomates, en cambio yo debo esquivarlos.

—Cuando yo aprendí, Morgan me obligó a hacerlo con piedras, así que no estoy siendo rudo—responde con indolencia.

—Mejor me quedo con mis lindos tomates—finjo una sonrisa y agito mi mano para escurrir toda la pulpa de tomate en ella, con asco.

Nuestro primer ejercicio de hoy fue la corrida por el bosque, y casi me caigo en el río al intentar pasar al otro lado. Luego jugamos un partido de tenis, ya que según él eso también me ayudaría a mejorar mi velocidad y reflejos, pero al final terminé recibiendo tres pelotazos en la frente. Y por último el juego con los estúpidos tomates.

A lo lejos veo como la misma camioneta que vi que se llevaba a los niños esta mañana llega, y se estaciona junto con otro montón de camionetas del mismo estilo. Achico mis ojos al ver al enmascarado bajar sin los niños y sacando del maletero una caja que tenía la tapa algo descubierta, dejando ver parte de su contenido. Adentro habían muchos juguetes como carritos, muñecas, peluches, entre otras cosas.

El hombre siguió de largo con la caja hasta entrar a la carpa.

Harry, por un lado, estaba distraído leyendo uno de sus tantos libros mientras intentaba descansar.

—¿Por qué tienen una casa hogar?—indago mirando al moreno sentado de piernas cruzadas a unos metro de mí.

Él observa con indiferencia la camioneta recién estacionada y después me mira unos segundos para terminar clavando sus ojos sobre el libro que leía, pasando la hoja.

—Eso no es asunto tuyo—suelta con neutralidad.

Resoplo como un caballo.

—Soy parte del circo, ¿Lo olvidas?—espeto indignada.

—Pero estos temas no te convienen—murmura impasible.

—Pero yo quiero saber—insisto y él suspira con cansancio cerrando su libro de una forma fuerte.

—¿Si te digo me dejarás seguir en paz con mi lectura?—consulta gélido.

—Sí—asiento con la cabeza y lo observo como un perrito esperando por su premio.

—Todos los niños que vienen con la mercancía son enviados a una casa hogar ambientada para una infancia prácticamente perfecta para ellos. No vendemos a los niños, los salvamos—explica y frunzo el ceño ante sus palabras.

—¿Salvar? ¿Para ustedes alejarlos de sus familias es salvar?—inquiero como si lo que dijera fuera una locura. Y si que lo era.

—Anastasia, todas estas personas que vendemos vienen del pueblo fantasma—argumenta con una ceja alzada y no comprendo a donde desea llegar.

—¿Cómo que pueblo fantasma?—curioseo arrastrándome por el suelo para acercarme más a él.

Harry vuelve a abrir su libro y vuelve nuevamente a su lectura. Estaba leyendo El Cuervo de Edgar Allan Poe.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Where stories live. Discover now