🎪Chapitre XIX🎪

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Acomodo mi disfraz de demonio; arreglo mis largas botas de cuero rojo que cubren mis piernas, mis ligueros del mismo color, mi vestido y me termino de colocar mis cuernitos. Llevaba puesta una grande chaqueta, que por suerte no dejaba al descubierto muchas cosas, pero si era demasiado, pero demasiado corta.

La luna llena se ve desde la ventana de mi habitación y suspiro preparándome para lo que sigue, con cierta molestia. 

Aún la escena de Morgan asesinando a esa mujer a sangre fría esta tarde, no me ha dejado tranquila.

Vuelvo a repararme frente al espejo y asiento lista para la acción.

Salgo de mi habitación siendo guiada por un enmascarado que mantiene la vista fija en el pasillo, él me lleva hasta la parte trasera del telón y me impresionó no oír ni un solo sonido del público.

Me vendaron los ojos y pasé el telón quitándome la chaqueta para dejarla arrojada sobre el suelo, quedando en un corto vestido de cuero rojo fuerte, que se ceñía a mi cuerpo.

Mis tacones resuenan por el lugar cuando pisé el escenario.

No habían gritos ni ruido, y levanto mi venda por la esquina para comprobar de que haya público, y efectivamente sí había, pero todos parecían estar embelesados por mi entrada. Me encogí en mi sitio al sentir el morbo en el ambiente y volví a bajarme la venda.

—Hoy si que se nos han lúcido—vociferó Morgan y sentí la garganta seca al oír su tono perverso—¿De quién tendremos los honores de dar al blanco esta noche?—pregunta y ahora sí, todo el público revienta y no paran de hacer sus apuestas para participar.

Trato de mantenerme firme, pero termino chocando contra el ojo de toro al estar atemorizada.

De pronto, percibo como el suelo se abre cuando ya los participantes fueron escogidos y miro por el rabillo de la venda unos filosos dientes de tiburón frente a mis ojos.

Me quito la cinta abrumada y me percato de que estoy en medio de un tanque repleto de tiburones.

Observo a Morgan enojada y confundida a la vez, y él solo me sonríe entretenido ante la situación.

Imbécil.

No objeto y me coloco la venda por segunda vez.

—¡Ahora sí podemos iniciar!—exclama oyendo cierto1 desdén en su voz y todos aplauden al mismo tiempo.

Me concentro. Si no quiero caer debo concentrarme, y no centrarme en el espectro del infierno que tengo a varios metros de mí riendo.

El primero ataca con un lanzamiento rápido, pero gracias a todo lo que he aprendido en el transcurso de mi estadía aquí, lo esquivo.

Así comenzaron cada uno a lanzar sus cuchillos y por suerte solo he recibido rasguños ligeros. Nada que no pueda tolerar.

Esquivo y esquivo hasta que finalmente queda una sola persona.

Me alisto para esquivar, pero sin darme cuenta, me tropiezo con el borde del pequeño escenario que me mantenía protegida del tanque de tiburones.

Mi pie cae al vacío e inmediatamente el peso de mi cuerpo desciende por la gravedad. Intento sostenerme de algo, pero no hay nada. Pude oír como todo quedó en un sepulcral silencio cuando ya me veía cayendo directo al agua llena de aquellos animales salvajes.

Mi pulso se aceleró y palidecí de pies a cabeza.

Ya sentía el vacío en mis pies, estaba acabada. Pero después, el sonido de un cuchillo clavándose en la madera del ojo de toro se oyó. Y me sorprendí de mi misma cuando por instinto de supervivencia, agarré el mango del arma para evitar caer al agua.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Where stories live. Discover now