🎪Chapitre XX🎪

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Maldito, maldito y mil veces maldito.

Morgan era un hombre que aunque le pusieras el insulto más grande de la galaxia éste se quedaría pequeño junto a él.

El muy maldito me mantuvo encerrada durante toda la noche en ese cuarto del demonio y ahora ni siquiera puedo levantar mis manos por haber estado encadenada. Y para completar, le ordenó a Harry que me sacara para que fuera a hablar con él. No sé que se le pasaba por la cabeza a ese hombre.

Harry me invitó a pasar a la oficina de Morgan y se retiró con una velocidad impresionante al traspasar el umbral. Mi rostro se contrajo por la confusión, pero decidí ignorarlo e ir al grano.

Pero ahora comprendo porque Harry se fue.

Traidor.

Ni siquiera me dio aviso de ante mano.

Morgan tenía a una mujer de cabello corto y azabache, sobre la mesa y con las piernas abiertas, mientras que él le tenía una pierna alzada y le quitaba un liguero con la boca.

La chica se aferraba con fuerza al borde del escritorio y jadeó cuando el adentro su cabeza en el interior de su vestido y le bajaba las bragas muy lentamente para después lanzarlas a su espalda.

La chica junta las rodillas y lo toma del cabello echando la cabeza hacia atrás, lanzando incontrolables y feroces gemidos.

Su piel blanca se puso completamente roja y sus ojos grises se opacaron ante el deseo.

—M-Más—pide y luego suelta un grito que obliga a Morgan a cubrirle la boca con la palma de la mano.

¿Para esto me llamaban?

Preferí irme, pero después Morgan se alejó de la chica al sentirla llegar al orgasmo y aún dándome la espalda su voz me tensa haciendo que los vellos de mis brazos se pongan de punta.

—No te irás—exige con tono ronco y arrugo las cejas al escuchar su petición.

—Estás ocupado—mascullo regañadientes y la chica aún sigue aturdida por el placentero momento por el que pasaba.

—Ven—ordena esquivo y trato de no rodar los ojos.

—¿Para qué?—espeto mal humorada.

—Ven—su voz autoritaria me hace temblar.

Muy indignada, empiezo a caminar hacia él y me detengo a su lado observándolo con los brazos cruzados.

—¿Qué?—suelto cortante.

—¿Sabes que aún tu castigo sigue en pie?—recuerda acariciando las piernas de la chica que flaquea más que una gelatina.

—¿No te bastó con mantenerme encadenada toda una noche?—bramo hastiada.

—No—respondió con simpleza—para rebajar tu condena...

Lo corto.

—No soy una criminal—informo crispada.

—¿Y crees que eso me importa?—inquiere con molestia—para rebajar tu condena de castigo deberás cumplir con una de mis peticiones—concluye.

—¿Si lo hago no me dejarás encadenada otra vez?

La ilusión llena mi cuerpo.

—Lo más probable—se encoge de hombros.

—Ve al grano, ¿Qué quieres?—trato de no verme preocupada.

—Ponte detrás de ella—señala a la chica y enarco una ceja extrañada, pero hago lo que pide aún de brazos cruzados.

Veo como la chica se muerde los labios mirando a Morgan y vuelve abrir sus piernas dándole acceso a su humedad.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Where stories live. Discover now