Capítulo 4

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Luis se sentó en su cama y se inclinó hasta sujetar las agujetas de sus botas, eran de color negro

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Luis se sentó en su cama y se inclinó hasta sujetar las agujetas de sus botas, eran de color negro. Ya ambos nudos hechos, se acercó a la mesa donde tenía dos cajas de comida china que había ordenado y recién se había acabado. Las agarró y las tiró, revisó su celular para cerciorarse que tenía bien toda la información en el correo que había recibido más temprano de parte de los del casting. 

Había pasado el segundo filtro y ahora tendría que ir a otra entrevista, pero sería diferente a la anterior. Le explicaron que estaría en una simulación del programa. Sería parte de un equipo de cuatro personas y tendrían una serie de retos. 

Pensó en que los jueces verían cómo se desarrollaría con los otros miembros, lo que más buscaban ellos era gente que entretuviera, o eso pensaba él. Entonces se propuso ser el galán. Él conocía programas parecidos, y algo que tenían en común es que todos tenían a un chico que seducía a todas las concursantes y la audiencia femenina. 

Toda su vida le habían dicho que era guapo, así que en confianza no había mucho problema, lo que si era que siempre había sido pésimo al momento de ligar con una chica. Muchas veces para librarse de todo el problema, solo se registraba en una app de citas, que era conocida por ser usada únicamente para encuentros sexuales y no para citas románticas. De todas maneras él les dejaba saber a sus citas que él nada más buscaba sexo y ya. Era simple, de esta manera no tenía que conquistar a nadie y conseguía a una chica con quién pasar la noche. Eso sí, le aterraba la idea de algún día tener que enamorarse, ¿cómo iba a hacer eso? Además de estar acostumbrado a que le hicieran saber lo guapo que era, también lo hueco que era.

Lo cierto es que ya llevaba un par de semanas preocupado por esto, para ser más exactos, desde el momento en que decidió mandar el correo para aplicar en el programa. Si quería ser el galán del programa, debía saber cómo hablarle a una chica y no morir en el intento. 

Días atrás, incluso antes de ir a la entrevista del segundo filtro, intentó practicar. Abrió la otra aplicación que sí era conocida por en verdad tener una cita romántica. Al estar en la capital no era muy probable que se toparía ahí con una chica que conociera de la otra app, así todo sería seguro. 

Amy.
Hola, ¿qué tal?
4:00 p.m.

Luis Ruiz.
Hola.
4:10 p.m.

Amy.
Mmmmh. ¿Qué hacías?
4:12 p.m.

Luis Treviño.
Acostado. 
4:24 p.m.

Ese fue su primero de muchos fracasos en esa aplicación. Las chicas lo dejaban en visto después de un par de mensajes. Por más que leía los chats, no entendía qué hacía mal, en que fallaba. Hasta que se dio por vencido y cambió a la otra aplicación. Ya había mandado el primer mensaje, solo faltaba esperar.

Karina.
Hey. Claro que quiero.
11:15 p.m.

Andrés.
Ven al hotel que está en la avenida principal, avisaré en recepción que llegaras.
11:15 p.m.

La cruzada del millón.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora