Capítulo 8

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Un chico que llevaba puesta una chamarra dormía tan profundamente hasta que sintió unos golpecitos en su hombro izquierdo, abrió sus ojos lentamente y volteó a ver instantáneamente a esa ancianita sonriente que estaba a su lado viendo como un chic...

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Un chico que llevaba puesta una chamarra dormía tan profundamente hasta que sintió unos golpecitos en su hombro izquierdo, abrió sus ojos lentamente y volteó a ver instantáneamente a esa ancianita sonriente que estaba a su lado viendo como un chico se había quedado dormido en su hombro y cuando vio una pequeña mancha de saliva, se paró de inmediato y corrió por sus maletas.

Ya tenía su maleta llena de ropa que no logró usar porque no pasó el último filtro, la simulación del programa. Él había sido parte del equipo «Rockstar». Aún se le revolvía el estómago al recordar como todo el resto de su equipo fue aceptado, menos él. Incluso Linda Diamante, que no había hecho mucho.

—¡Aquí! —Vio a lo lejos a su hermano que lo estaba esperando a lo lejos—. ¿Qué tal el viaje?

—Más corto de lo que esperaba... —admitió sin rodeos, su hermano le dio un rápido abrazo y ambos caminaron hacia el estacionamiento. Will, bastante desanimado, encendió la radio poco después de que su hermano encendiera la camioneta.

«El próximo martes empieza, ¡la cruzada del millón! Sintonízanos en el canal 2 y mira como competidores de todas partes de Tedris compiten por...»

—No hace falta que te tortures así. —Su hermano cambió de estación y pronto llegó a una donde reproducían música las veinticuatro horas del día, pero de inmediato empezó a sonar «Billionaire» de Bruno Mars.

—La radio me odia. —Decepcionado, apagó la radio y el camino a casa fue en total silencio, faltaban dos días para el estreno del programa.

Durante el primer día de regreso a casa se pensó en si vería ese episodio, por si llegaba a salir en él, algo que tenía bastante seguro, fue parte de un equipo de tres competidores que lograron entrar a la competencia.

El segundo día fue más terrible para él. Al fin había decidido salir de su habitación y su familia intentaba hablar con él, aunque fallaban en el intento, ya que sacaban de manera incómoda el tema que todos trataban al mismo tiempo de evitar.

El día del programa se llegó, se sentó en la sala de su casa junto a su familia y miró el programa. A final de cuentas, ganador o perdedor, saldría en televisión nacional.

Empezó con un pequeño montaje de grabaciones de paisajes por todo Tedris, algunas otras de Larissa Drake sonriendo a la cámara, después de varios equipos en las simulaciones y de pronto...

—¡Eres tu hermano! —Su hermano gritó, su mamá le abrazó y su padre festejó.

—Sí, fue cuando nos reunieron como equipo, el de la orilla, al lado de Linda. —El chico que se la había pasado deprimido los últimos dos días ya estaba contento de nuevo.

Al fin inició el programa, Larissa explicando por millonésima vez la competencia, grabaciones de una bandeja de entrada de un correo con miles y miles de correos sin leer. En seguida mostraban las largas filas que se habían formado afuera del estudio de la producción.

La cruzada del millón.Where stories live. Discover now