Capítulo 8

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Eira no habló con Harry durante los días posteriores. Intercambiaba un par de frases con Hermione y con Ron cuando se encontraban, pero por lo general, se mantenía junto a sus compañeros de casa en casi todo momento, algo de lo que los Slytherin se alegraban. Daphne, Theodore y Blaise pasaban casi todo el tiempo con Eira, practicando los hechizos no verbales o estudiando, dado que aquel año estaba siendo mucho más complicado que el anterior.

—Eira, deberías perdonarlo —comentó Ron un par de días después de que Harry y ella hubiesen dejado de hablar.

—No lo he escuchado disculparse —replicó ella.

Y, cuando Ron se disponía a insistir, alguien llamó a la joven, quien se marchó.

Las pruebas del equipo de quidditch fueron durante la primera semana de clases. Había que buscar sustitutos para Luke y Graham, y Eira, que ya no tenía amigos en el equipo, decidió que dejaría de jugar, lo que supuso un duro golpe para el equipo. Pero ya no se encontraba cómoda allí, o al menos no tanto como durante los años anteriores.

—No tienes que jugar a quidditch si no quieres —le comentó Orión aquella misma noche—. Todos sabemos que eres buena, y el hecho de que juegues o no no hará que estemos más orgullosos de ti.

Eira se quedó junto a su primo aquella noche haciendo los deberes, frente a la chimenea. Echaba mucho de menos a Luke, quería verlo, y también lamentaba la ausencia de otros alumnos dos años mayores que ella, como los Weasley.

Por otra parte, aquel estaba siendo un año extraño. Dumbledore desaparecía constantemente, y los alumnos habían comenzado a sospechar que salía del colegio, lo cual dejaba a algunos intranquilos. Incluso había padres que habían sacado a sus hijos o querían hacerlo, aunque ninguno de ellos de Slytherin.

—Esto no me gusta nada —comentó Daphne—. Se percibe un clima de miedo... incluso estando en el colegio. ¿Habéis notado que la gente lee mucho más el periódico? Temen encontrar malas noticias.

—No lo había notado —confesó Eira.

Por suerte para todos, a pesar de todo lo que estaba sucediendo, la primera excursión a Hogsmeade no se suspendió, por lo que Eira no dudó en enviar una carta a Luke preguntándole si estaría libre aquel día para poder verse.

—Apuesto a que estará libre ese día —comentó, riendo, Orión—. Si no, Melody se asegurará de que lo esté.

En efecto, la respuesta de Luke tardó poco en llegar, y aseguraba que tenía el día libre, por lo que quedaron en verse en Las Tres Escobas, donde Luke la estaría esperando con un par de cervezas de mantequilla.

—¿Crees que a tu padre le molestará esto? —preguntó Eira, que lo último que deseaba era que Luke tuviese problemas después.

—¿A mi padre? No lo creo —respondió Orión, muy seguro—. No si es tu madre quien se lo pide, y si es por su ahijada. Creo que realmente te aprecia. Lo primero que hizo el año pasado cuanto te vio en el Ministerio, fue curarte el brazo, ¿recuerdas?

Eira asintió con la cabeza. No podía olvidar aquello. Su tío, a pesar de saber que ella había querido unirse a la Orden del Fénix, no había dudado en curarla cuando la había visto el curso anterior.

El día de la excursión a Hogsmeade, Eira bajó al pueblo junto a Orión, quien también quería ver a Luke, aunque solamente fuese para saludarlo. Ambos salieron pronto del colegio y, tras pasar ante Filch, que comprobó que no llevasen nada extraño y que tuviesen los permisos, bajaron al pueblo.

—Llevas años con él, Eira, no comprendo por qué estás tan nerviosa —comentó Orión, riendo, al ver que su prima no era capaz de relajarse por el camino.

Eira y el misterio del príncipe ✔️Onde histórias criam vida. Descubra agora