Capítulo 18

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Todo fue muy confuso a partir de la muerte de Dumbledore. Eira y Hermione fueron a la enfermería, donde se encontraron con varios profesores, Harry y Hagrid, y miembros de la Orden del Fénix, además de Ginny y Ron.

Bill, el hermano mayor de Ron, se encontraba también allí. Había sido atacado por un hombre lobo que no se había transformado, por lo que no sabían las consecuencias que habría.

Eira escuchó atentamente cómo sus amigos habían tratado de vigilar la Sala de los Menesteres, pero Draco había utilizado los polvos de oscuridad instantánea que Fred y George vendían, y había logrado que los mortífagos entrasen gracias al armario evanescente, donde Graham Montague había quedado atrapado el año anterior.

—Debí haber hecho algo —comentó Eira—. Sabía que Draco se había convertido en mortífago, y sospechaba que tenía algo que hacer... pero esto...

—Nadie sabía que terminaría haciendo esto —comentó McGonagall, tranquilizándola.

—Y Dumbledore confiaba en Snape... —agregó Lupin—. Ninguno de nosotros imaginaba que era un traidor. Dumbledore no dudaba de su lealtad.

Comenzaron a hablar acerca de Severus Snape. Eira escuchaba, pero sin participar en la conversación. Ella no formaba parte de la Orden del Fénix y, muy a su pesar, apenas había resultado ser de ayuda.

Los lamentos del fénix de Dumbledore se escuchaban en el exterior, y Eira sintió que se le encogía el corazón.

Aquella noche, además de Dumbledore, solamente un mortífago había fallecido, y Bill había resultado herido por Fenrir Greyback. Todos los demás se recuperarían pronto.

Cuando los padres de los Weasley y Fleur Delacour, la prometida de Bill, llegaron a la enfermería, Eira decidió que lo mejor sería marcharse y dejarlos, dado que ella era una Slytherin, y tenía la sospecha de que no hablarían con tranquilidad mientras ella estuviese allí.

—Creo que será mejor que me marche —le comentó a Harry, algo incómoda.

—Confiamos en ti, Eira —le dijo el chico, muy serio.

Eira le hizo una señal para salir con ella y así poder hablar a solas y con mayor tranquilidad. Harry asintió y ambos salieron de la enfermería, ante la atenta mirada de Ginny Weasley, a quien ver aquello no le había hecho gracia alguna. No confiaba en lo que su novio sentía realmente por Eira, y temía que ella hiciese algo que rompiese su relación con Harry.

Ninguno de los adultos dio mayor importancia a que los dos amigos se retirasen.

—No lo entiendes —comentó Eira, una vez que estuvieron fuera, a solas.

—Entonces, explícamelo. ¿Qué es lo que ocurre?

—No soy como vosotros. Soy una Slytherin, y mi madre y Voldemort son... mantienen una buena relación, por decirlo de alguna manera. Mientras vosotros pensáis en cómo luchar contra él, yo lo veré varias veces durante el verano, y pasaré todas las vacaciones con su hijo.

Nunca le había contado aquello a Harry, aunque el chico ya había supuesto que Eira conocía en persona a Voldemort y que lo había visto en más de una ocasión. Pero ella nunca antes había sido tan directa.

—Pero no lo apoyas a él. Con eso es suficiente.

—Pero tampoco sé... es una situación complicada. Sé que mi madre no lo apoya, pero tampoco luchará en su contra llegado el momento. Y mi padre está de acuerdo con sus ideas, al igual que Orión y mi hermano. Y Luke. Estoy en una posición indefinida, en medio de dos bandos de una guerra que lo cambiará todo. ¿Comprendes?

Harry lo comprendía. Ella quería apoyarlos a ellos, a sus amigos, y luchar por las ideas en las que creía. Pero eso significaba enfrentarse a su propia familia. ¿Habría estado él dispuesto a hacer aquello? No conocía a nadie que se encontrase en una situación similar a la de Eira. Él y sus amigos apoyaban las ideas que sus padres defendían. Eira era la única Slytherin que no estaba dispuesta a hacer lo mismo que su padre y hermano.

Eira y el misterio del príncipe ✔️Where stories live. Discover now