Capítulo 16

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Harry había lanzado a Draco Malfoy una maldición que había llevado al rubio a la enfermería. Una maldición procedente de aquel libro de Pociones que Harry tenía y que Eira odiaba. Aún no sabían a quién era el anterior propietario de aquel libro, algo que a la bruja no le gustaba, especialmente después del grave maleficio que Harry había lanzado contra Draco.

—No me gusta ese libro —se había limitado a decir la joven.

Pero no había insistido, porque Harry había sido castigado los sábados por la mañana, lo cual significaba que se perdería el último partido de quidditch de la temporada, que era clave para Gryffindor, ya que podía ganar la Copa de Quidditch o quedar en último lugar en función del resultado.

—Si hubiese escuchado... —comenzó a decir Hermione.

—Déjalo; ya lo sabe —replicó Eira.

Por suerte, el equipo de Gryffindor ganó con la suficiente ventaja como para ganar la Copa de las Casas. Era algo que Eira ya esperaba, pues el equipo de Slytherin, sin ella ni los Montague, no era un rival lo suficientemente fuerte, y tendría que cambiar de jugadores si quería comenzar a ganar de nuevo.

Pero no fue aquello lo que más la sorprendió.

Aquella misma tarde, Harry Potter comenzó a salir con Ginny Weasley.

Eira no estaba molesta por el hecho de que él saliese con alguien, dado que no quería salir con él, pero estaba molesta aún por su rechazo. ¿Qué tenía Ginny Weasley que no tuviese ella? No la superaba en belleza, y aún menos en inteligencia o en lo buena bruja que era. Tampoco era graciosa como los gemelos. Ni más valiente de lo que era Eira. Y, aunque sabía que no era un buen pensamiento, Eira también pensó que ella provenía de un linaje importante de magos. Su antepasado había sido Salazar Slytherin, al fin y al cabo.

Cuando se lo preguntó a Daphne, sin poder ocultar su molestia, su amiga se sorprendió.

—Esa Weasley no tiene nada que tú no tengas —afirmó—. Salvo una familia enorme y ser una traidora a la sangre, como todos saben... pero Harry es amigo de su hermano Ron, y además, ha pasado las vacaciones en su casa, ¿no? Se siente parte de su familia. Debe de ser eso... y que está ciego.

Aquellas palabras habían conseguido animar un poco a Eira, pero no lo suficiente. Echaba de menos a Luke, cada vez más, y aquel sentimiento se incrementaba cuando veía a Harry con su nueva novia paseando por los pasillos de Hogwarts o por los jardines, los días que hacía buen tiempo. Ginny y ella se miraban de vez en cuando de mala manera, y Eira había perdido bastante contacto con Harry.

—Eira... creo que no le gustas a Ginny —le había explicado un día Hermione, que era amiga de la Weasley—. Piensa que Harry se fija demasiado en lo que haces, y no le gusta verlo cerca de ti... pero creo que el sentimiento es mutuo, ¿no es así?

—No me gusta —se limitó a decir Eira—. Creo que es algo evidente.

—¿Estás celosa?

¿Estaba celosa? No quería estar con Harry, no era eso. A ella le gustaba Luke. No, no solamente le gustaba,  sino que lo quería, y cada día que pasaba estaba más segura de ello. Sin embargo, el hecho de que él hubiese preferido a otra era algo que la molestaba demasiado, y que no podía dejar pasar tan a la ligera. Tal vez, después de todo, mereciese estar en Slytherin.

—No estoy celosa, porque no saldría con Harry —replicó Eira—. Espero que sean muy felices los dos juntos.

Y dicho aquello, había dado por concluida su conversación con Hermione.

Harry hizo varios intentos de hablar con Eira durante las siguientes semanas. Trataba de acercarse antes de entrar en el Gran Comedor, o al salir. También trataba de acercarse a ella a la entrada o salida de las clases, pero no había manera de que pudiese hablar con ella a solas. La joven siempre estaba acompañada por alguien que no estaba dispuesto a dejarlos solos, o tenía mucha prisa por algún motivo, o tenía deberes, o tenía que estudiar...

—Ese chico parece que no se cansará nunca —comentó Theodore después de un nuevo intento de Harry de acercarse a Eira—. ¿No se cansa de intentarlo?

Pero estaba claro que no. Lo cual molestaba tanto a Eira como a Ginny, a quien no le gustaba que su novio intentase acercarse tanto a otra chica.

—Han discutido varias veces por ti —admitió Hermione un día—. Ellos no lo quieren decir, pero yo los escuché... Ginny está celosa.

—No tiene motivos para estarlo.

Hermione se encogió de hombros, sin dar a entender si estaba o no de acuerdo con aquella afirmación.

Habían pasado semanas sin que Eira apenas hubiese hablado con Harry cuando una alterada Hermione fue a buscarla. Esperó fuera de la sala común de Slytherin hasta que alguien avisó a Eira de que estaba allí y salió para poder hablar.

—¿Ocurre algo? —preguntó Eira, sorprendida.

—Sí. Dumbledore no está en el colegio; se ha marchado con Harry a buscar uno de los horrocruxes. Y Harry piensa que pasará algo esta noche, porque Dumbledore no está y la profesora Trelawney ha escuchado a Malfoy gritar de alegría en la Sala de los Menesteres.

—¿Cómo dices?

Eira aún trataba de enlazar todo, pues aquello la había pillado completamente desprevenida.

—Harry quiere que tomemos felix felicis. Nos ha dado la suya, y quiere que tomes parte de la poción que compartes con Orión. Patrullaremos por los pasillos esta noche... solamente por lo que pudiese suceder.

—Bien —dijo Eira—. Tomaré parte de la poción y me uniré a vosotros.

Entró rápidamente en la sala común de nuevo, y se acercó a su primo, que se encontraba tranquilamente jugando al ajedrez mágico, ajeno a todo lo que estaba sucediendo.

—Orión, necesito que me des algo —dijo Eira.

El chico se levantó, y ambos se dirigieron hacia su habitación. Cuando se aseguró de que nadie pudiese escucharles, Eira habló.

—Necesito parte de la poción felix felicis.

Orión se detuvo.

—¿Para qué la quieres?

—¿Acaso importa? Esa poción nos pertenece a ambos.

—Sí, pero sé qué pretendes. Vas a salir ahí fuera a intentar salvar el colegio, como Potter, ¿no es cierto? No pienso darte la poción para que te metas directamente en la boca del lobo, Eira.

—Voy a salir ahí fuera, con poción o sin ella —afirmó la bruja.

Orión lo pensó durante un momento y asintió finalmente con la cabeza. Abrió su baúl y sacó el frasco de poción que guardaba con cuidado.

—Tomaremos poción los dos esta noche —comentó.

—¿Tú también?

—Sé que no lograré convencerte de que no vayas. Y, si vas a ir, iré contigo. Será más seguro estar juntos que estar sola, ¿no lo crees?

Eira no sabía qué pensar. Orión no se enfrentaría a los seguidores de su padre, como ella pretendía hacer si aparecía alguno aquella noche. De hecho, tal vez se uniese a ellos, en caso de tener que unirse a un bando, lo cual perjudicaría a Eira y a sus amigos.

—No tenemos el mismo objetivo —le hizo saber—. Lo mejor sería que no vinieses.

—Ahora mismo, mi objetivo es asegurarme de que no te ocurre nada —replicó Orión—. Yo no puedo impedir que salgas, pero tampoco tú puedes impedir que salga yo.

Ambos se miraron a los ojos durante unos segundos que parecieron ser eternos y, después, Eira tomó la botellita, la abrió y bebió parte de la poción. Orión hizo después lo propio, dejando la botellita casi vacía.

Antes de salir del cuarto, los primos miraron por la ventana. Les parecía haber visto algo extraño.

—La Marca Tenebrosa —murmuró ella.

La Marca se elevaba por encima de la torre de Astronomía, causando miedo a quienes la veían. Eira se estremeció, pero a pesar de todo, salió corriendo del cuarto y de la sala común después, seguida de cerca por Orión.

Eira y el misterio del príncipe ✔️Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang