🔥Gavi. Cuando me besabas

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📆Primeros de julio

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📆Primeros de julio

📍Calella de Palafrugell

Cuando sus padres le propusieron irse ese verano con ellos, Carina tuvo que pensárselo varias veces. No le apetecía nada volver al pueblo donde de pequeña pasaba los meses más calurosos del año, pero cuando su novio le dijo que no tendría vacaciones hasta finales de septiembre, decidió irse con sus padres, y no pasar este verano sola, pues el trabajo de su amado era fuera de la residencia que ambos compartían. 

Iban a veranear en la misma casa de todos los años, y como siempre, en la casa de al lado estarían los mejores amigos de sus padres, Pablo y Susana, acompañados de sus hijos, Aurora de 14 años y Pablo de 18.

Las dos familias casi llegaron a la vez, y en cuanto las dos familias estuvieron instaladas, se reunieron en el jardín que compartían, para cenar todos juntos una improvisada barbacoa. Nunca faltaba entre ellos, ni la comida, ni las risas ni el buen humor.

Aunque Carina no estaba de muy buen humor esa noche. Se había enterado por una amiga que habían visto a su novio Javier con un par de chicas en una terraza de verano. Y eso la tenía encendida. No era la primera vez que le ponía los cuernos y ella le perdonaba como una tonta. Él siempre volvía arrepentido y Carina se tragaba cada una de sus palabras. Pero su paciencia estaba llegando a un límite y este verano le tenía que servir para darse cuenta de si le merecía la pena o no estar con él.

- Carina, Carina -ella dejó atrás sus pensamientos y se giro para atender a quien la llamaba. Era el joven Pablo.

- Dime. Perdona no estaba escuchando -se disculpó ella con una forzada sonrisa, pues aún seguía pensando en la supuesta traición de Javier. 

- ¿Me pasas el agua por favor?

Carina cogió la jarra y se la dio a Pablo. Sus dedos se rozaron solo unos segundos, pero lo suficiente para que ella sintiera una descarga eléctrica en todo su cuerpo. Le sonrió al chico, esta vez de verdad, con una sonrisa que le fue correspondida. Ella lo miró disimuladamente intentando descubrir cuando había crecido tanto el pequeño Pablo.

Ya no era un niño. Era todo un adolescente de 18 años y bastante atractivo, por cierto. Tenía unos labios muy jugosos que estaba segura que besarían bastante bien. Hasta en altura había crecido y que decir tiene de esos musculosos brazos que sobresalían a través de su camiseta de manga corta. Eso sí, lo que no había cambiado eran sus preciosos ojos y esa mirada traviesa que siempre le acompañaba. Estaba segura de que Pablo tenía muchos éxito entre las chicas, algo que no le extrañaba pues el chico estaba bastante bueno, para dejar que te diera un buen repaso.

Desecho esos pensamientos de su mente. Le sacaba 10 años y a su lado se sentía una asaltacunas. Pero desde luego Pablo era guapísimo, el sueño de cualquier chica.

 Si tuviera su edad, a Javier ya le habrían dado por culo este verano. 

Pero bastante lío tenía en su vida como para añadirle otro más.

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