Capítulo 3:

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Huele a carne.

Abrí los ojos despertándome por el delicioso olor.

Duele...

Mi cabeza comenzó a dar vueltas. Una intensa jaqueca me azotaba. Ni siquiera podía enderezarme.

—Vaya, ya estás despierto — sentí la voz de una mujer cerca.

—¿Quién es? ¿Sofía?... Sofía está... No, seguro que fue un mal sueño... Debe ser Sofía. Aunque su voz no se parece. Seguro estoy escuchando mal por el dolor de cabeza.

Poco a poco recuperé mis sentidos y comencé a inspeccionar a mi alrededor.

Estaba sentado en un sofá; cómodo y largo, no podía estar en mi casa. Estaba tapado con una sábana. Al parecer me quedé dormido aquí.

Me miré de arriba abajo —Espera...

—¡¿Ropa de mujer?! ¡¿Por qué diablos tengo puesta una licra y una sudadera con un conejito?! ¡Ni siquiera me gusta el rosa!

Mierda, esta licra me marca mucho — pensé viendo el bulto atrapado en la fina tela.

Miré hacia mi derecha y había un plasma de 64 pulgadas en la pared.

Definitivamente no estoy en la casa de Sofía.

—¡¿Dónde coño estoy?! — volví a gritar.

Parecía el departamento de un rico. La sala era gigantesca con una alfombra lanuda y lámparas elegantes.

Solo con un pequeño, no tan pequeño detalle adicional. Desorden, mucho desorden. Ropa tirada por doquier, restos de comida en el suelo, basura por todos lados. Parecía la casa de un hombre gordo y renegado socialmente que no salía de su habitación en todo el día.

—¿Qué carajos pasó ayer?

Al fondo estaba la cocina. Recostada de la repisa estaba la misma chica pelirroja que vi anoche; pero sus ojos eran de un hermoso color gris, casi blanco —¿Habré visto mal anoche? Un color tan nostálgico que causó que mi corazón latiera con fuerza. Respiré hondo tratando de ignorar su parecido y acallar mis gritos interinos.

¿Todavía estoy soñando? ¿O acaso yo con esta chica...?

—¿Dormiste bien?

—¿Tuvimos sexo anoche? — Ella y yo hablamos al mismo tiempo.

Recibí como respuesta una expresión seria de su parte.

—Con todo lo que ocurrió ayer, ¿me preguntas eso?

—Te pregunto precisamente porque no sé qué ocurrió. Solo tuve un sueño raro.

—¿Un sueño donde un chico de pelo negro, ojos rojos y uñas largas trata de matarte y luego es asesinado por una hermosa chica dragón de pelo rojo?

—¿Cómo los sabes? ¿Acaso eres psíquica?

—No fue un sueño.

Como si fuera posible tener tan mala suerte. Seguro que fue una mala broma de Raphael con alguna droga.

—Deja de bromear, ya dime la verdad.

—No estoy bromeando — ella siguió insistiendo.

No puede estar hablando en serio... ¿o sí?

—Vamos como va a ser...

La pelirroja sujetó el tenedor con que agarraba la carne y luego se llevó un pedazo a su boca. Lo siguiente que vi fue el tenedor incrustado en la pared.

Madness PartyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora